Opinión

Celaá, Messi, el pan y el circo

Disculpe el lector este titular, un tanto forzado, lo admito. Se acumulan las desgracias. Iba a escribir sobre la nacional-depresión que sin duda ha causado el anuncio de Messi, quizá el mejor futbolista del mundo, con el abandono de su club, que es más que un club, y seguramente con su marcha, cuando supere sus litigios económicos, de Cataluña y del resto de España.

Incluso los que no amamos el fútbol como lo prioritario en esta vida nos sentimos algo decaídos cuando un ídolo nos deja, asfixiado por su entorno. Si el pan se pone en peligro en este regreso angustioso de un verano triste y el circo se empobrece por causa de fuerza mayor, incluyendo la defección de Messi, ¿qué le queda al gobernante del panem et circenses, tan caro a quien siempre busca distraer nuestra atención de lo sustancial?

Pues sobre esto pensaba escribir, a la vista de la comparecencia de Pedro Sánchez ante las cámaras de televisión para contarnos cómo piensa organizar nuestras vidas en lo pandémico, en lo económico, en lo educativo, en lo moral, más allá de las estrategias tácticas y estratégicas de la comunicación y la imagen, más allá del 'pan y circo' del maestro Redondo.

Me detuve en un bar de Pancorbo, en viaje hacia el País Vasco, para ver en directo la declaración institucional y la rueda de prensa del inquilino de La Moncloa en el inicio del curso político más tremendo que recuerdo haber vivido. Ni un solo parroquiano se dignó mirar al televisor desde el que presumiblemente se iban a anunciar medidas fundamentales para nuestro futuro, excepto una dama que lanzó un improperio al rostro de quien aparecía en la pantalla: "¡muy moreno has vuelto de tus vacaciones, Pedro!", gritó. Algunas risas y vuelta a las conversaciones, a voces, a la española. Adivinen de quién se hablaba: de Messi, naturalmente.

Sánchez, a base de decir poco hablando mucho, acaba desinteresando al personal, nunca demasiado interesado en las cosas públicas cuando no son las cosas de comer (o las del espectáculo), esa es la verdad. En ese sentido, tranquiliza. Es la obsesión del Gobierno, y lo entiendo. Se pretende que los ciudadanos, a la vista del desbarajuste en el que nos han instalado, se desentiendan de casi todo, incluyendo el carajal autonómico montado con el regreso al cole: ya nos lo arreglarán desde el Gobierno, que este jueves se reúne en 'cumbre' para eso. O no lo arreglarán, y qué más da. Lo verdaderamente grave es que se nos vaya el mago del futbol, qué haremos en estos tiempos de crisis futbolística total.

Y entonces escucho una entrevista -por fin reaparecía_ con la ministra de Educación, Isabel Celáa, previa a su comparecencia estelar este jueves. En sus declaraciones nos venía a acusar de estar propalando una "alarma excesiva" con esto de la vuelta a las aulas de nuestros escolares. Ignoro si es cierto -me parece que no_ que Podemos la acusó públicamente en el Consejo de Ministros de "falta de liderazgo". Lo que sí es seguro es que, recordando sus tiempos de portavoz, la responsable nacional de la educación juega también al 'panem et circenses': no pasa nada y, si pasa, se le saluda. Nada que no esté ocurriendo en Francia, Italia o Alemania, nos dice.

Pero no es verdad: es obvio que, por muchos motivos, la situación española es peor. Somos un país del que se marcha el anterior jefe del Estado. Y también Messi, ya me dirá usted.

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