Opinión

El virus avanza, las vacunas no

El virus sigue avanzando -el número de contagiados es comparable al de marzo del año pasado- pero las vacunas no avanzan. Con excepción de Canarias y Asturias donde la cifra de vacunados que facilitan las autoridades supera ya la mitad de las dosis recibidas, en el resto de comunidades el proceso apenas se ha iniciado. Es un escándalo. El pasado 22 de noviembre tras asistir a la reunión del G-20 el presidente Pedro Sánchez aseguró que solo habría una estrategia nacional de vacunación y que a partir de enero el fármaco sería suministrado a los 13.000 centros de salud de todo el territorio nacional.

"El objetivo -dijo- es que todos los grupos priorizados tengan acceso a la vacuna. Y que no haya diferencias entre comunidades". A primeros de diciembre, amplió el radio de su capacidad profética asegurando que: "Estábamos al principio del fin de la pandemia" . Palabras que un mes después los hechos desmienten. Y ,como los datos adversos son tenaces, se ha iniciado ya desde La Moncloa y sus terminales mediáticas la correspondiente campaña para desviar hacia las comunidades autónomas toda la responsabilidad de los retrasos en el proceso de vacunación. Que algunas la tienen. Baleares, Murcia, Cataluña, Cantabria, Madrid, tienen que dar explicaciones para justificar los retrasos pero la situación no exime al Ministerio de Sanidad de dar las suyas.

El Gobierno que decretó el estado de Alarma -sigue en vigor hasta el 9 de mayo- para hacer frente a la situación generada por la pandemia, llegado el momento de hacer buenas las palabras del propio Pedro Sánchez cuando afirmó que solo habría una estrategia nacional, resulta que se pone de perfil. Escudarse en la "cogobernanza", el comodín ideado por La Moncloa para atenuar las críticas cuando las cosas vienen mal dadas, es una actitud política inadmisible.

Como lo es, también, que Salvador Illa, el titular de Sanidad, habiendo sido designado candidato a la Generalidad de Cataluña por el PSC no haya dimitido. Probablemente para no quedarse colgado del alambre en el caso de que las elecciones catalanas previstas para 14 de febrero tuvieran que ser aplazadas a causa de la pandemia. En otro orden de cosas convendría reflexionar acerca del hecho mismo de la designación de Salvador Illa como candidato -en plena expansión del covid 19- porque delata el talante de quien en lugar de velar por el bien común atiende primero a los intereses de su partido político. Decía Bismarck que el mundo cambiaría el día en el que en lugar de pensar en las próximas elecciones los políticos se ocuparan de las próximas generaciones. Como se ve, en eso está pensando Pedro Sánchez.

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