Opinión

La estrategia de Casado

La elección de Bildu como compañero de viaje no solo para que le aprueben los Presupuestos, también como socio a lo largo de la legislatura, es una apuesta política estratégica de Pedro Sánchez explicable por la influencia de Pablo Iglesias. Su objetivo es mantener cohesionado el bloque de la investidura, un puzle con todas las izquierdas, los nacionalistas del PNV y los separatistas de ERC que suman mayoría en el Congreso.

Sánchez podía haber aceptado el ofrecimiento de Inés Arrimadas dispuesta a apoyar los Presupuestos - a pesar incluso de la Ley Celaá que relega al castellano - pero no lo ha hecho porque, como digo ,la suya es una estrategia de luces largas. Aprobadas las cuentas del Estado que le aseguran ésta legislatura hasta 2023 , con sus socios del conglomerado Frankenstein trabaja pensando ya en el siguiente objetivo para el que cuenta con la división de las derechas. Es su mejor baza.

Lo reconocía hace unos días Javier Maroto, portavoz del Partido Popular en el Senado al decir que "Mientras exista Vox ,Sánchez gobernará". Probablemente Santiago Abascal suscribiría esa conclusión pero dándole la vuelta y apuntando hacia el PP.

El caso es que mientras los partidos de izquierdas han conseguido aglutinar un nuevo Frente Popular, en el espacio de la derecha la división parece insalvable. Quedó muy clara la línea de separación en el discurso de Pablo Casado en el transcurso del debate de la moción de censura que presentó Vox. Pero en política lo que ayer no era recomendable hoy se torna necesario y ante la perspectiva de pasar tres largos años aislado en la oposición parece que Casado estaría explorando la posibilidad de construir un puente con el PNV olvidando la reciente traición de los vascos que le costó el Gobierno a Mariano Rajoy.

La política es pragmatismo y si en Génova (sede del PP en Madrid) optan por olvidar aquella afrenta, en Sabin Etxea (sede del PNV en Bilbao) también miran al futuro maliciándose que Bildu, el polémico socio que se ha buscado Sánchez se ha convertido en un rival (en el Parlamento vasco es la segunda fuerza) que amenaza su soberanía política de tantos años en Euskadi. La vieja fórmula: los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Romper el aislamiento, tratar de orillar la inercia de bloques parece una buena decisión.

El PP, como partido de Gobierno y primero de la oposición, hace bien al explorar un posible acercamiento al PNV que todavía apoya a Sánchez pero que recela al ver entrar a Bildu en la ecuación de Sánchez y por eso están con la mosca tras la oreja. Mantener la distancia con Vox y atraer a los votantes de un partido como Ciudadanos que se deshace a ojos vista parece ser la otra pata de la nueva estrategia de la cúpula del PP. El tiempo dirá si funciona.

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