Opinión

El confinamiento

Ante el crecimiento desbocado de los contagios provocados por el covid-19, cada vez son más las voces de epidemiólogos y médicos partidarios un nuevo confinamiento. Es la palabra que está en boca de los científicos y que rehúyen los políticos que tendrían que decretarlo ¿Por qué esa renuencia? Por varias razones. Objetivas unas, interesadas otras. Un confinamiento apareja muchos inconvenientes: cierres de empresas, incremento del paro, interrupción de servicios, caída de los beneficios de muchos negocios y, en general, grandes pérdidas económicas.

Son argumentos de peso a tener en cuenta antes de plantear un nuevo confinamiento. En sentido contrario están los datos de la pandemia: las cifras de infectados, hospitalizados y fallecidos superan ya las registradas en los peores días de los meses de abril y mayo de 2020. Todas las comunidades rebasan la cifra de contagios de 250 por cada cien mil habitantes que los expertos consideran como la línea roja que enciende las alarmas. Algunas, caso de Aragón , Madrid, Cataluña, Castilla y León, Murcia, Andalucía, La Rioja o Navarra, incluso doblan esa cifra y en el caso de Extremadura la cuadruplican.

Los hospitales vuelven al límite de sus capacidades y la mayor parte de las intervenciones no relacionadas con los casos de covid están siendo aplazadas. Las vacunas van llegando y la vacunación prosigue pero a un ritmo lento, lejos de la proclamada velocidad de crucero, eufemismo empleado por Salvador Illa, ministro de Sanidad, para sustituir a las variadas metáforas que acompañan su gestión verbal de la pandemia. Por desgracia, para atajar la aceleración de los contagios las vacunaciones en el actual estadio de inoculación de la primera de las dos dosis necesarias para que surtan efecto, no resuelve el problema.

De ahí que de manera ineludible el Gobierno que preside Pedro Sánchez debe tomar una decisión. Resolver el dilema que plantea optar entre salud o economía. Y debería hacerlo cuanto antes asumiendo el coste político de la decisión. Que sea una u otra debería ser explicada con claridad. En el caso del señor Illa, que en medio de la pandemia, cuando arrecian los contactos, se ha prestado a ser candidato a la presidencia de la Generalidad de Cataluña, la verdad es que tiene más complicado tomar la decisión de decretar otro confinamiento. Ya hemos visto el tartufismo de su partido, el PSC, ante la posibilidad de aplazar las elecciones previstas para dentro de un mes. Se diría que es preocupante más elecciones que la salud de los ciudadanos a los que dicen servir. Pero en este asunto no se pueden escabullir.

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