Opinión

Imagine

Imaginemos un día en el que hablemos de otra cosa, imaginemos que Cataluña no es el monotema, imaginemos que los periodistas escribimos no de banderas e identidades sino de los asuntos que, de verdad, afectan a los ciudadanos: el trabajo, la educación, la sanidad, las pensiones y, en definitiva, del machacado estado de bienestar. Imaginemos que después de tantos y tan abundantes despropósitos, los políticos catalanes que han llevado a la sociedad a un quebranto imposible, dejan paso a otros que puedan arrancar una nueva legislatura libres de cuitas judiciales y dejen de condicionar su acción política a su horizonte procesal.

Algunos han podido pensar que tras la renuncia de Artur Mas, el abandono de Carles Mundó y el paso al lado de Carme Forcadell unido a lo que se ha llamado "apostasía oficial" de los Jordis y de Joaquim Forn -que según le dijeron al juez ya han dejado de creer en la unilateralidad, y todos acatan la Constitución- estábamos asistiendo, de alguna manera, a un cambio de rumbo hacia la anhelada normalidad democrática. Estos movimientos, sin embargo, no se comparecen, en absoluto, con la actuación de Puigdemont que no está por la labor de dar un paso ni atrás ni al lado, por mucho que en las filas independentistas algunos le estén señalando la puerta de salida. Esta misma semana he entrevistado para "el Economista" a Ferran Bel, uno de los dirigentes pata negra del PDeCat, responsable de acción política del partido, diputado, alcalde de Tortosa, que ha visitado varias veces a Puigdemont en Bruselas y me comentó un dato sorprendente: que fueron los propios Junqueras y Puigdemont quienes pactaron que "uno se exiliaba y el otro no. Ellos y el resto de los Consellers y cada uno escogió las posibilidades para que todo fuera equilibrado", me dijo.

Si esto fue así, si todo fue atado y bien pactado resulta llamativo las discrepancias, evidentes, que estamos viendo entre los que huyeron y los que están encarcelados. ¡Claro! que la cárcel tiene efectos de flojera ideológica evidentes y ahí está la prueba. Dicen algunos que sobre la repentina "docilidad constitucional" de los que apostaban por el golpismo hace bien poco se puede deducir que el poder judicial ha sido al final quien en mayor medida está repeliendo el golpe y tal vez sea cierto pero todavía está por ver. ¡Esa es la grandeza de la separación de poderes en una democracia consolidada como la nuestra, que suele dejar en evidencia a quienes solo creen en ella de boquilla! Imaginemos que, finalmente, el huido consigue la cuadratura del círculo y gobierna de forma telemática y como es el elegido para pilotar Cataluña hay un efecto imitación. Imaginemos que sus consellers deciden hacer lo propio y en vez de ir a su a sus respectivos despachos su presencia la hacen desde su casa o desde su lugar de vacaciones de forma telemática...

Imaginemos que los alcaldes independentistas para seguir la estela de sus líderes hacen lo mismo y en vez de acudir a los ayuntamientos optan por gobernarlos de manera virtual. ¿ Y si los funcionarios dependientes de la Generalitat decidieran hacer lo mismo?. El razonamiento es simple, del todo elemental pero si no es necesaria la presencia física para gobernar. ¿Por qué lo va a ser para ir al trabajo o para desarrollar cualquier actividad que puede hacerse vía Skype o Internet?. Lo que intenta Puigdemont, llevado a las últimas consecuencias, roza el esperpento, pero si alguien que debe tener una actitud ejemplar y ejemplarizante hace lo que le viene en gana no puede exigir a los demás que no hagan lo propio. De hecho ahí está el famoso tema de Tabarnia que empezó siendo una broma y sus promotores hasta han presentado la bandera oficial -que ya puede comprarse por 20 euros- de ese territorio formado por Tarragona y Barcelona y que pide ser una autonomía dentro de España en el caso de que Cataluña se convierta en un estado independiente.

Por imaginar podemos imaginar de todo pero si volveremos a la España real y reconociendo que Cataluña es una patata caliente que no acaba de enfriarse, lo cierto es que mientras algunos dirigentes del mundo soberanista intentan sobre el terreno buscar una salida más o menos razonable y eso es justo también reconocerlo, Puigdemont tiene tantas ocurrencias como tiempo libre y entre col y col diseña y pone en marcha páginas web del "govern de la Republica" al margen claro está de la web oficial de la Generalitat.

Todos estamos hartos de imaginar y si podemos elegir yo me quedo con "Imagine", la canción del genial Lennon, que es todo un tratado de lo que de verdad importa imaginar.

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