Opinión

30 años de UCLM

El 4 de octubre de 1985, hace 30 años, se celebraba el primer acto académico de apertura de curso de la Universidad de Castilla La Mancha ...

El 4 de octubre de 1985, hace 30 años, se celebraba el primer acto académico de apertura de curso de la Universidad de Castilla La Mancha (UCLM). Presidía Isidro Ramos Salavert, rector comisario. La representación del Gobierno de España fue Juan Rojo Alaminos, secretario de Estado de Universidades, y la del Gobierno de Castilla-La Mancha José María Barreda Fontes, consejero de Educación y Cultura.

Comenzaba entonces un proyecto sencillo en su estructura pero complicado en su materialización; lejano para la mayoría de los ciudadanos pero por el que se sentía un intuitivo interés; un proyecto que ha devenido en la apuesta estratégica más relevante de Castilla-La Mancha; un proyecto que ha permitido tener profesionales con raíces en la región que se han incorporado a la administración, a los servicios, a la industria, y también acercar a la región a profesionales de otros territorios o de otros países para incorporarse a la UCLM.

No es poco significativo que el actual presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, fuera alumno de la primera promoción de Derecho en Toledo o que el vicepresidente de la Cortes Regionales y líder de Podemos-CLM, José García Molina, sea barcelonés de nacimiento y docente en el campus de Talavera tras el ejercicio profesional en Cataluña.

La mayor parte de los alumnos actuales, incluyendo los que realizan su tesis doctoral, no habían nacido aquel 4 de octubre. Disfrutan de una realidad que no éramos capaces de soñar hace 30 años y que se ha ido forjando con trabajo, con ilusión, con apoyos, con inteligencia y con el esfuerzo de todos en forma de presupuestos fundamentalmente de la comunidad autónoma. Tampoco son despreciables los presupuestos provenientes de fondos europeos, especialmente para la promoción de las infraestructuras y equipamientos de investigación.

Los estudiantes actuales y los que han salido ya del sistema universitario regional tienen una formación que les iguala al conjunto de estudiantes europeos. Me gusta decir que si cogemos a un joven doctor o doctora de la UCLM y le soltamos en medio de Estrasburgo, Boston, Londres, París…, pasan desapercibidos, nada les diferencia de los jóvenes que han estudiado en cualquiera de las universidades de esos otros países. Esta realidad es la que debe hacernos sentir orgullosos tanto de ellos como del esfuerzo colectivo que la sociedad de Castilla-La Mancha ha realizado.

Pero quien sólo habla del pasado tiene en riesgo su futuro. La UCLM es una realidad que permanece sólida, a pesar de pasar tiempos difíciles, gracias al trabajo, la mayor parte de las veces discreto, de las personas que componen su plantilla, docentes y no docentes. Pero de acuerdo con el último ensayo de Antonio Muñoz Molina, todo puede empeorar rápidamente. Por eso es necesario conocer el pasado, conocer dónde estuvo el fundamento del éxito de la UCLM, conocer los elementos de riesgo a futuro y trabajar con las mismas claves positivas afrontando problemas nuevos. Y en el futuro inmediato algunas cosas son claras.

El objetivo como institución universitaria más evidente es propiciar formación superior a jóvenes y se ve amenazado por la disminución del número de estudiantes; la crisis será una causa, pero quizá no sea la única. El horizonte de la nueva reforma en la estructura de los títulos, el conocido 3+2, requiere un ejercicio de inteligencia especial para formalizar la oferta de master; el riesgo es una nueva sangría de estudiantes. La financiación de la investigación es cada vez más competitiva y no es posible volver los ojos sólo a Toledo, el esfuerzo de la sociedad castellano-manchega es ya muy notable. Madrid, y especialmente Bruselas, han de ser –vienen siendo de hecho en los últimos años- los centros de atención de los investigadores.

Pero probablemente lo más definitivo para afrontar el futuro sea recuperar la complicidad de la sociedad, aquella que en los meses previos a la creación de la UCLM se manifestaba en hechos como el “este establecimiento ha contribuido con 1.000 pesetas a la comisión pro-universidad” en el escaparate una tienda en Ciudad Real –hecho sin duda repetido en muchos rincones de la región.

Recuperar la complicidad con la sociedad no significa propaganda ni discurso autocomplacientes; significa compromiso social, dedicación intensa en la labor formativa, implicación con el tejido industrial, divulgación, presencia, cercanía. No es esta lista exhaustiva ni tampoco es corta la lista de quienes deben estar en ello; no es sólo el rector ni su equipo, ni los decanos y directores. Todos y cada uno de los docentes de la UCLM tenemos ámbitos en los que demostrar nuestra profesionalidad. No sobra nadie. El trabajo comprometido y eficaz del personal de administración y servicios, intensos conocedores internos de la realidad universitaria, es también una condición que necesita el futuro de la UCLM. Futuro de la institución, importante en sí mismo, pero mucho menos que su incidencia en el futuro de la región, un futuro en conocimiento, en formación, en apertura de miras y en libertad.

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