Opinión

Pisto con chocolate

Maletines con piernas y quebrados decorados salpicados de pintura, escaleras que no llevan a ninguna parte y relojes que desmarcan las horas. Bonito programa aquel “Planeta Imaginario” de los 80 que nos hacía soñar con que, lo onírico, no sólo tenía cabida en la cabeza de un niño o en los estados febriles, sino que podía ser real con sólo proponérselo

Maletines con piernas y quebrados decorados salpicados de pintura, escaleras que no llevan a ninguna parte y relojes que desmarcan las horas. Bonito programa aquel “Planeta Imaginario” de los 80 que nos hacía soñar con que, lo onírico, no sólo tenía cabida en la cabeza de un niño o en los estados febriles, sino que podía ser real con sólo proponérselo.

La Alemania de Merkel, que ha conseguido dominar Europa sin mover un soldado y sí muchos cuartos, nos ha vuelto a decir “así se hace” ejemplificando esta semana un pacto “contra natura” de difícil traslación a la política española y menos aún a la bipolar realidad castellano-manchega.

Derechas e izquierdas azucaradas, en una especie de pisto manchego con chocolate -sólo probado y sin éxito en el País Vasco- comparten mesa y mantel al frente de la principal economía de la Unión Europea, diciendo al mundo “Ja, wir können” -versión teutona del “Yes, we can”-, mientras en casa, aquí en la era, sus homólogos disfrutan a diario haciendo jirones con los despojos de ambos.

Merkel (CDU), junto a su socio del CSU -una especie de Unión del Pueblo Navarro de Baviera-, Horst Seehofer y Sigmar Gabriel (SPD), escenificaban un pacto de Gobierno en el que, los PP y PSOE de entre el Rin y el Oder, anteponían la gobernabilidad del país a cualquier otra batalla pasada, presente o futura, al menos y, en principio, durante los próximos cuatro años.

¿Se imaginan en Castilla-La Mancha una presidencia compartida entre Cospedal y García-Page? ¿Unas Cortes dirigidas, a partes iguales, por Vicente Tirado y Jesús Fernández Vaquero? ¿Una política educativa en manos de Marcial Marín y Blanca Fernández o una sanitaria con José Ignacio Echániz y Fernando Mora a la cabeza?.

Aunque surrealista en ojos locales, esta daliniana alianza, al menos rescataría viejas amistades entre ‘populares’ y socialistas, las mismas que bailaban al son de música cubana en otros tiempos en los que no importaba militar en formaciones distintas para compartir tren y alforjas en viajes y exposiciones como la de Zaragoza.

Buena mesa de incógnito aparte en locales castellano-manchegos, mucho nos tememos que los antaño compañeros más allá del escaño, se tendrán que conformar con seguir tirándose los trastos mientras en este país y esta región no se entienda que el bien de la colectividad no es una cosa de El Señor de los Anillos, en la que se enfrentan hombres buenos y elfos contra orcos y trasgos.

Lo único que parece más plausible y germanizante es una futurible formación tripartita -si la Ley Electoral de esta región no la frenara, que la frenará- que como el Zusammenfluss de Passau, uniría en un mismo punto las multicolores aguas de PSOE, IU y UPyP, como si fueran  los ríos Inn, Ilz y Donau.

Por el lado ‘popular’ no se barajan teóricas adhesiones y es que, en ésta, a diferencia del Estado y de otras regiones, no hay partido ni nacionalista ni regionalista con poderío -sintiéndolo mucho por el Partido Castellano- como para poder pactar a cambio de prebendas.

En cualquier caso y sólo por ver cómo tendrían que arreglárselas para ponerse de acuerdo en torno a asuntos tan de rifirrafe como los Planes de Empleo, el Cementerio Nuclear, el agua del Tajo, la Reforma Estatutaria, los Presupuestos, los Impuestos y el Sueldo de los Diputados, bien merecería la pena que PP y PSOE en esta región, algún día se vieran abocados a entenderse y a encontrar en sus portavoces discursos de certera coincidencia, olvidándose de las consabidas “tijeras”, “herencia recibida” y “despilfarro” con que, a diario, fomentan la teoría de las dos Españas.

Como Castilla-La Mancha no es ni mucho menos Alemania y esto no es “El orden alfabético” de Juan José Millás, en donde las siglas salgan volando por la ventana, deformando o reformando -como se quiera entender- la realidad, tendremos que conformarnos, de momento, con lo que unos u otros decidan cada cuatro u ocho años, y por separado, en torno a Sanidad, Pensiones, Jubilaciones, Educación o el Salario Mínimo Interprofesional.

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