Opinión

Neo-tradiciones de Adviento

El “argumentario” del poder exige que, en las postrimerías del segundo año de gobierno, en pleno ecuador de la legislatura y sobre todo, contando con que estamos en Adviento, se lance un claro mensaje de mejoría y de esperanza

El “argumentario” del poder exige que, en las postrimerías del segundo año de gobierno, en pleno ecuador de la legislatura y sobre todo, contando con que estamos en Adviento, se lance un claro mensaje de mejoría y de esperanza.

El abono a esta especie de ya tradicional halo navideño de “crecimiento” con el que se reviste el discurso ‘popular’ se va forjando desde el verano, si bien es cierto que, llegada la hora de pagar la compra en caja, nada enmiendan y poco ayudan estas palabras a quienes llevan años en paro o no perciben pecunia alguna por callar mansamente desde la frialdad de sus monederos.

El mensaje no es nuevo: -“Estamos mejor que ayer y peor que mañana”- subrayan, por tercer año consecutivo, desde el PP mientras toda la Oposición, el ala sindical y las protestas sectoriales insisten en el evidente derrame pleural que encharca cada vez más la maltrecha salud de una clase media en peligro de extinción.

Los mismos que hoy vaticinan que 2014 será mejor que 2013 -reconocer lo contrario sería suicida políticamente hablando-, consiguen, con técnica comprobada -también en 2011 y 2012-, adormecer los ánimos del vulgo con esta especie de promesa-Carta a los Reyes Magos que no termina de materializarse ni aunque se le deje, año tras año, un cirio encendido a San Judas Tadeo, abogado de los imposibles.

Lo que buscan en cualquier caso, quienes protegen sus sillones a base de comparativas con gestiones pasadas y proyecciones de futuro siempre fallidas es, al menos, apaciguar los ánimos y encomendar el patrocinio de su barco a la tenue resurrección de una macroeconomía que, a paso de tortuga, comienza a salir del coma profundo en el que se hallaba.

Como los bancos quitan más que dan de comer, mientras tanto, el ciudadano de a pie encuentra realmente contradictorio que se diga que todo va mejor, mientras su calderilla mengua y la caridad empieza a ser -si no lo es ya-, la única solución a unas Navidades en blanco y negro que se nos echan encima con el oscuro espectro de seis años acumulados de crisis.

Hay que reconocer que el PP, aun no sabiendo realmente por qué, suele expandir el virus de la amnesia cada diciembre, propugnando lo de que a partir de mañana todo irá mejor, cuando llevan tres inviernos consecutivos disminuyendo el Estado del Bienestar sin que ello haya dejado a los que se encuentran en ese 87% de no ricos del país, mayor rédito que el de morderse los muñones y los ahorros para no pasar hambre.

La palabrería la suelen vestir con medidas de quito de aquí para poner allí, caso de Castilla-La Mancha que no ha visto mejor solución para ejemplificar que todo va mejor que devolviendo a los que menos frío pasan -los funcionarios- el complemento de incapacidad temporal (como si esto fuera todo un éxito), mientras se siguen produciendo recortes de inversión en escuelas, el sistema sanitario, los planes concertados con los ayuntamientos y todos aquellos servicios que redundan en la colectividad, como si estos fueran artículos de lujo.

Y si como denuncian desde la Oposición, los presupuestos sólo sirven para pagar deuda y se reducen un 69% las ayudas a familias, un 50% las políticas sociales que se llevan a cabo desde los consistorios -muchas de ellas heredadas de la Junta- o un 87% las ayudas a la viudas, entre otras muchas "enmiendas", créannos cuando les decimos que, en pleno invierno, se le ha puesto una bufanda al santo para dejarle al descubierto las piernas.

En este juego de cabrear al vulgo sólo por barrios, sí hay que admitir que a nuestros gobernantes se les puede adjudicar un bonito logro: el de haber conseguido que nos dividamos, que seamos cada día menos solidarios con el mal común y que, con cada anuncio, crucemos los dedos para que el más amargo cáliz del paro, los impagos o los recortes sean otros quienes lo caten.

Y con esa filosofía de que todo apaño estará bien hecho siempre que el tajo no lo hagan en nuestras manos, arribamos al sexto diciembre de crisis creyendo, una vez más, que hemos tocado fondo y confiando en que si hay nieve, será año de bienes.

Será pues que el hombre, adelantado en su inteligencia al resto de las especies, no sólo es capaz de tropezar con la misma piedra dos, sino hasta seis veces.

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