Opinión

Poco a poco hacia la República

Con una ignorancia casi olímpica constatamos que la prensa VIP responde a su obligación de informar sobre lo relevante cuando también aparece la palabra tabú, cosa que comienza a proliferar porque la causa republicana se está atreviendo, por fin, a cruzar el Ebro catalán y escarcea otros puntos de nuestra geografía a lomos de la democracia natural, esa que imaginamos en forma de urna y nada más. Mientras, los poderes del Estado están, quizás, calculando su respuesta para interpretar la legalidad de tal forma que la Monarquía sobreviva, como si no existiera otra manera de respirar.

En este contexto no es posible ignorar dos hechos recientes y decisivos: El primero es que la Justicia ha perdido muchas plumas, y las seguirá perdiendo en el gallinero europeo, al ser enviada por políticos sin escrúpulos a las trincheras de partirse la cara contra la mitad más uno que gobierna Catalunya. El segundo es que el rey actual se dejó usar y abusar el 3 de octubre de 2017 por los mismos de antes, un gobierno que ha sido expulsado de La Moncloa a causa de la corrupción del partido que lo sostenía, la misma cosa que aceleró la salida de La Zarzuela del rey anterior.

El caso es que, a nivel institucional, el primer paso en dirección republicana pero fuera de Catalunya lo ha dado la Junta de Portavoces del Parlamento de Navarra, que ha aprobado una declaración solicitando la celebración de un referéndum vinculante sobre la forma de Estado. Como era de esperar, PP, PSOE y UPN han votado en contra, pero el resto tienen mayoría. Por eso mismo gobiernan allí.

Pero también han aparecido las primeras acciones de algunos colectivos sociales. Están convocando por su cuenta a urnas como las de siempre para que se note, en fechas y lugares previamente anunciados donde quien quiera podrá dejar constancia de su deseo, república o monarquía. Es lo más parecido a una investigación demoscópica con autoselección de la muestra, por lo que sería extraño que las autoridades se atrevieran a prohibir tal ejercicio de las libertades básicas, a pesar de su natural tendencia a reprimir todo lo que se salga de lo corriente por la izquierda. Desde mayo, el digital “Cuarto Poder”, casi en exclusiva, viene informando de “Golpe a la Mafia”, un grupo con gentes de partidos de izquierdas y movimientos sociales y sindicales que ha convocado en Vallecas para el 23 de junio, teniendo prevista la instalación de 30 mesas de votación, que no son pocas. La iniciativa ha calado y ya hay otro grupo en El Campo de Gibraltar que hará lo propio en la semana del 18 de julio.

Iniciativas como las citadas seguirán proliferando en el futuro cercano, y mucho más si a la izquierda del PSOE la autoridad de Iglesias/Montero se sigue debilitando, lo que provocará que se radicalicen ellos mismos, en 24 horas las declaraciones de Pablo se han endurecido de manera notoria contra la Monarquía por lo de Urdangarín, o les obligará a contemplar como lo hacen algunos de los suyos, véase Andalucía. Por tanto, hasta las próximas elecciones un Gobierno de circunstancias como el de Sánchez, que cada día que pasa va confirmando su condición de bomba de relojería, se tendrá que enfrentar a una movida nunca oportuna en España, “arropado” por solo 84 diputados que se dedicarán a inventar equidistancias sin red cada vez que periodistas atrevidos disparen preguntas con dobles intenciones.

Para evitar tanto suplicio anunciado parece conveniente mojarse y presentar algunas propuestas, aprovechando que hoy nos preside alguien que está demostrando ser capaz de osadías sin trampa ni cartón, lo que nos anima a provocar. No teniendo miedo a equivocarse podría ocurrir que en algún momento metiera la pata a nuestro favor.

En primer lugar, deberá Sánchez atar en muy corto a Grande-Marlaska, un arribista que solo piensa en sí mismo según la voz mejor informada de los ambientes judiciales. Por tanto, debe decirle a su ministro que no solo no moleste a esos republicanos que convocarán cientos de actos contra la monarquía, sino que envíe a sus fuerzas del orden para protegerlos. Y que vigile con especial intensidad a los ultraderechistas, que sin duda reclamarán a lo bestia el ejercicio de la violencia del Estado contra quienes cuestionen la herencia mejor conservada de todas las de su Franco.

En segundo lugar, ante un tema tan de conciencia en España como el de la forma de Estado, alguien como Sánchez debería volver a sorprendernos, pues no solo está capacitado, en este momento puede hacer casi lo que quiera, sino también obligado. Tiene que conceder a todos los socialistas, sin excepción, la libertad absoluta de voto y de palabra, de tal manera que afiliados y dirigentes puedan cumplir por fin con los estatutos republicanos de su partido, y así votar o declarar lo que quieran en todas las ocasiones en que serán convocados. Y no estaría de más que el resto de partidos, siguiendo el ejemplo que esperamos del presidente, liberen también a todos los suyos de la disciplina de voto ante el asunto tabú por antonomasia. Cualquier intento de imponer disciplinas de voto sobre la forma de Estado convierte en papel mojado toda proclama de reconciliación social y política.

No creo que sean decisiones difíciles, pues son de Sánchez y ayudarán a recuperar libertades, tan maltratadas por una ley “mordaza” inadmisible que, aunque parezca mentira, aún no ha sido derogada.

Tampoco se está proponiendo, aún, la celebración de ese referéndum que tenemos pendiente desde hace más de 40 años, y ni siquiera una reforma constitucional será posible en esta legislatura. Para todos estos cambios será necesario conquistar el Senado en las próximas elecciones generales, que parece conveniente hacerlas coincidir con las municipales de 2019 y, además, llegar a ellas con un gobierno de coalición PSOE-Podemos en La Moncloa. Solo una colaboración así permitirá construir una candidatura de amplio espectro que sume bien todos los votos al Senado que procedan de la izquierda.

Para los defensores a ultranza de la Monarquía no solo recordaremos que la nuestra es la única que queda en el Mediterráneo europeo, salvo la de Mónaco. También nos haremos eco de lo que el catedrático Pérez Royo nos recuerda hoy mismo, que reproduciremos: “Esta es la singularidad más llamativa de la historia política y constitucional de España en relación con la de los demás países europeos. Tras la Revolución de 1848, en que se perfecciona la obra de destrucción del Antiguo Régimen que había iniciado la Revolución Francesa, no ha habido restauraciones de la monarquía. Al contrario. Los países que dejaron de ser monarquías y se convirtieron en repúblicas incluyeron en sus Constituciones cláusulas de intangibilidad, con la finalidad de hacer imposible la restauración de la institución monárquica. Francia lo haría en primer lugar en 1884 y después vendría Portugal, 1911, Alemania, 1919, Italia 1947.”

Despacio, poco a poco hacia la República. Aunque tiene lógica pensar que un país que en las mismas 24 horas es capaz de despedir a su entrenador de futbol dos días antes de que comience el Mundial, hacer dimitir a un ministro siete días después de su nombramiento y dar cinco días al cuñado del rey para ingresar en la cárcel, las tres cosas por causas plenamente justificadas, podría esprintar en cualquier momento.

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