Opinión

Una manifestación diferente

Cuando aún está viva la foto de la Plaza de Colón que tan cara le puede salir a más de uno de los líderes de la derecha que decidieron posar con Abascal, recibimos el impacto de una convocatoria en las antípodas de aquella, transversal por territorial, pero también distinta a las que construyen el mapa de protestas civiles que proliferan en nuestro planeta, porque no es normal que quienes pueblan las manifestaciones políticas en una ciudad residan en otras ubicadas a 600 kilómetros de distancia, o más. Y son reincidentes, pues ya estuvieron en Bruselas

No hay que despreciar el hecho de que la manifestación se haya convocado con todas las urnas a fecha fija, lo que conduce al distanciamiento entre partidos políticos. En circunstancias normales es probable que Podemos hubiera participado por lo de dejar en libertad a los “políticos presos”, una preferencia que, no lo olvidemos, hemos oído en boca de líderes socialistas cuando tampoco se dedicaban a las listas electorales.

Un detalle también relevante procede de los medios de ámbito estatal, con muchos lectores en Madrid, ciudad anfitriona y, por tanto, única beneficiaria del gasto privado que acompañaría a tan inusual cantidad de visitantes extras. Pues bien, mientras a las 9 de la mañana del sábado 16 miles de madrileños hacían planes para ese día, ni InfoLibre, ni El Diario, ni El Mundo, ni ABC, ni OK Diario, ofrecían en sus pantallas la menor noticia titulada con la manifestación, al menos en las diez primeras pantallas que iban apareciendo tras otros tantos clics en el cursor de desplazamiento vertical.

El País fue el único que la eligió en portada, aunque con un titular que no animaba, precisamente, a acercarse al Paseo del Prado ni por curiosidad: “Más de 500 policías velarán por la seguridad en la marcha independentista de Madrid”.

En El Confidencial aparecía al tercer clic del cursor con un título informativo: “El secesionismo llega esta tarde a Madrid con el objetivo de reunir a 50.000 personas”. Zarzalejos se merece, esta vez, el premio a la profesionalidad.

La Razón, también al tercer clic, pero aprovechando para repetir un mantra habitual: “Falsa unidad secesionista en la marcha contra el Estado”.

En Público la noticia solo aparecía al cuarto clic, por lo que no se puede pensar que quisieran capitalizar el protagonismo de Patricia López, la periodista de ese digital que se encargó de presentar a los líderes que hablaron al final de la movida.

En ocasiones, los pequeños detalles redondean el argumento. Me consta que el viernes había madrileños que, aún interesados por la política, no sabían si la manifestación sería por la mañana o por la tarde del sábado.

Hubo más cosas dignas de comentario.

De los 500 autocares que viajaron a Madrid, 390 procedían de Catalunya. Solo sus ocupantes suman más personas de las que informaron los contadores de manifestantes de la Policía Nacional. Según algunos medios, hay fotos, varios autocares fueron detenidos por la Guardia Civil y registrados sus maleteros, quizás en busca de explosivos resbaladizos marca Fairy para consolar a Enric Millo, que se ha quedado sin puesto en las listas digitadas por Casado.

Durante la jornada los medios informaron que “Casado y Rivera cargan contra el silencio de Sánchez ante la manifestación independentista de Madrid”, acusando el del PP a los secesionistas de venir a Madrid a exigir a Sánchez un “pago al contado”, y el de Ciudadanos a Sánchez de estar callado “por miedo a que le quiten las llaves de Moncloa”. Parece que Rivera da por perdidas las elecciones generales, pues esas llaves ya se las entregó el socialista a las urnas. A recuperar el 28 de abril.

Busco con lupa y no consigo encontrar, en La Razón tampoco, la noticia relevante que cuentan desde Catalunya, y es que al señor Bosch le ha parecido muy bien que los independentistas se manifiesten en Madrid, por lo que significa de encuentro entre dos sociedades a las que se quiere enfrentar por una simple frontera. Se trata del presidente de Sociedad Civil Catalana, entidad que convoca manifestaciones españolistas a las que siempre acuden PP, Ciudadanos y PSOE. ¿Dónde hay más división de la que se traduce en ineficacia, señor Marhuenda, entre los secesionistas o en el bloque del 155?

Pero quien se ha llevado el premio de los excesos verbales esta vez ha sido Maroto, del PP, con su ya famoso twit: "Esto está pasando ahora mismo en Madrid. Carmena en Madrid y Sánchez en La Moncloa lo permiten. ¡Con Pablo Casado esto no volverá a suceder NUNCA!". Atención, que está negando un derecho constitucional en un texto escrito, no en una frase enardecida en un mitin ni en una respuesta nerviosa a la pregunta provocadora de algún periodista que no se llame Montesinos, Claver, u otros parecidos.

También está pidiendo a gritos un pensamiento la frase de la pancarta que una veintena de ultraderechistas paseaban por el recorrido de la manifestación poco antes de que comenzara: “Matar a España tiene un precio”, decía. Y solo cabe pensar que, o ya están dando por muerta a España y el precio habría sido el juicio, o se trata, por fin, de una primera propuesta negociadora. Solo falta que alguien ponga “el precio”, pues los independentistas se sentarían a hablar de inmediato. De hecho, lo correcto es saber primero el coste de cualquier decisión y después poner las urnas para decidir con conocimiento de causa.

Para terminar con las reacciones de unos y otros, adversarios todos de esos turistas demandantes del derecho a decidir, no faltó una nota desde La Moncloa manifestando que “la misma democracia” que protege la libertad de quienes se han manifestado es la que “juzga a quienes se saltan sus normas”. Esta manera de simplificar la política me recuerda aquella película emocionante, “Un mundo perfecto”, de Clint Eastwood, y como va fracasando todo el entramado, hasta el desastre final.

Especularemos en libertad porque, de todas formas, las sorpresas se sucederán sin descanso. Y más teniendo en cuenta que Sánchez acaba de asegurar que con el PSOE jamás habrá independencia de Catalunya, así de importante se debe sentir. Como no ofrezca lo de sacar a Felipe VI de La Zarzuela y montar una República Federal en España, y siempre que el 28 A lo gane por goleada, no creo que pueda poner condiciones que no conduzcan a un fracaso que, como mínimo, le obligará a negarse a sí mismo. De nuevo.

Mientras, los catalanes siguen a lo suyo. Podría ocurrir que la manifestación de Madrid solo haya sido el aperitivo de otra acción igual de pacífica, también masiva pero mucho más organizada y bien blindada por la fiesta de la democracia. Si sale adelante la idea de enviar apoderados desde Catalunya a todos los colegios electorales para defender las papeletas de voto de las listas independentistas en las europeas del 26 de mayo, los resultados podrían sorprender. Puigdemont y el resto de exiliados no paran de moverse por Europa, el parlamento que deberá renovarse con esas elecciones.

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