Opinión

Dos momentos en la radio y un grito

Por culpa del “mono” (temático) se me ha ocurrido abrir la actualidad inmediatamente antes del correo electrónico para enviar el texto a publicar y, disculpe que comience con un paréntesis, me sorprende un Rajoy que, con el agua al cuello, es capaz de sacar bandera blanca bajo control, prometiendo desactivar su arma de autodestrucción masiva denominada ART155CE, tras renunciar al campo de batalla propuesto en el Congreso de los Diputados y citar para duelo, en el terreno del enemigo al requerido Puigdemont. Sí, ni más ni menos que en las mismas calles y colegios electorales de la batalla campal celebrada el 1 de octubre, donde Mariano recibió el correctivo más importante de su trayectoria. Cuando usted lea esto el catalán, que tiene anunciada comparecencia en TV3 a las 9 de esta noche, habrá aceptado, o no, el encuentro, mortal de necesidad para quien salga derrotado. El que firma esto lleva desde el lunes insistiendo en @KRLS que sea él mismo quien disuelva y convoque. El martes más aún, pues cada hora que empezaba a transcurrir con los Jordi’s en la cárcel estaban siendo miles de votos a su favor. Y después de la portada de Rajoy lo que le pido es inteligencia para aceptar el reto. Él, y millones de independentistas, han demostrado ya suficiente valentía contra la policía como para que el farol de Rajoy deba impresionarlos y los haga atrincherarse en una declaración republicana suspendida por ellos mismos. Por supuesto que a por las urnas. Un político con principios democráticos nunca puede rechazarlas a cambio de una ventaja coyuntural, pero inestable.

Cierro paréntesis y vuelvo a lo del título, porque este ritmo no hay quien lo aguante.

Si usted escucha la radio por las mañanas quizás recuerde uno o ambos de los dos momentos sobre los que voy a escribir ahora. Se produjeron entre las nueve y las diez de la mañana del martes 17 de octubre.

Para ubicarnos conviene recordar que:

  • Por una parte, durante la noche anterior habían sido encarcelados en Soto del Real los ya mundialmente conocidos como los Jordi’s, Sánchez y Cuixart.
  • Por otra, el día 11, miércoles, Rajoy había requerido a Puigdemont para que respondiera con un SI o un NO, como si se tratara de un examen tipo test puesto por el profesor a los alumnos. Le advirtió, además, que si no contestaba NO, o cualquier otra cosa que no fuera una S más una I en este mismo orden, incluyendo la ausencia de respuesta, sería considerada SI, criterio de evaluación que ni siquiera creo que esté aceptado para los exámenes corregidos por ordenador.

Primer momento.

Serían las nueve y veinte, más o menos, cuando desde la tertulia de la SER, conducida por Pepa Bueno, llamaron por teléfono a Argelia Queralt, también tertuliana habitual de la emisora, doctora en derecho y nada sospechosa de convicciones radicales que puedan nublar su conciencia. La llamaron porque les había contado que la noche anterior, por primera vez, había sentido miedo. Destacaba lo de “por primera vez” desde que habían comenzado, años ha, las movilizaciones por el derecho a decidir en Catalunya. Resulta que Argelia vive en Barcelona, en una vivienda con muchos vecinos que dispone de un gran patio interior y que a primera hora de la noche del lunes, al poco de saberse que los Jordi’s serían encarcelados, se inició una de las ya clásicas caceroladas, que se activan espontáneamente en cuanto las noticias hablan de decisiones de ámbito estatal que se consideran radicalmente injustas y provocan respuestas inmediatas e imparables de una parte importante de la ciudadanía. La diferencia, el factor del miedo estrenado por Queralt estriba en que en esta ocasión, uno de los vecinos puso a todo volumen el himno nacional español y se inició una discusión, al parecer tensa, entre unos y otros.

Tras escuchar a Queralt me vino a la cabeza la siguiente secuencia de hechos reales:

1)    Tras el discurso del Rey el Ibex35 bajó un 2,89%, la mayor caída desde el Brexit.

2)    Tras un discurso de Puigdemont, al día siguiente del anterior, el Ibex35 recuperó un 2,54%, casi todo lo perdido.

3)    Tras el citado discurso de Felipe VI, el Gobierno aprobó el decreto para facilitar la salida de empresas de Catatunya.

4)    Es a partir del citado discurso, y sobre todo del decreto, cuando se conoce la huida de Catalunya de más del 95% de las empresas que lo han anunciado durante el presente mes de octubre.

5)    No han experimentado subidas las acciones de las empresas cotizadas que han decidido abandonar Catalunya.

6)    Y, volviendo a la llamada desde la SER, Argelia Queralt ha sentido miedo, por primera vez, solo cuando uno de los vecinos puso a todo trapo el himno nacional de España, nunca en las ocasiones anteriores, llenas de caceroladas, Segadors, L’estaca y demás sonoridades independentistas.

Lo último que pensé, y concluyo, es que hay un líquido que se llama leche porque es blanco y está dentro de una botella, de donde saqué la conclusión que la crispación, el alarmismo, la tensión, la inseguridad, el riesgo para vidas y haciendas, la amenaza, el miedo y todo lo demás solo proceden del gobierno del Estado, ubicado en Madrid, y han constituido, junto con la acción de una Justicia que trabaja a velocidades de tortuga o vértigo según convenga, la única “política”, por no llamarla estrategia de violencia calculada, que Rajoy y los suyos, ahora con PSOE y C’s, han aplicado y siguen aplicando en Catalunya.

Segundo momento.

Una media hora más tarde del episodio anterior, pero esta vez en Onda Cero, un tertuliano le hacía la siguiente pregunta a Dolors Monserrat, ministra de Sanidad: “Solicitó su ministerio a la Generalitat la lista de lesionados del día del referéndum, igual que hicieron con los heridos y fallecidos del atentado terrorista de Las Rambas”. Pues bien, en lugar de un SI o un NO, que era la única respuesta que procedía, y más teniendo en cuenta que Alsina no se cansaba de pedir brevedad, la ministra respondió con un sí tímido al principio y, sin detenerse, siguió con la clásica retahíla de consignas gubernamentales que nada tenían nada que ver con la pregunta, con lo cual consiguió que no le pudieran repreguntar para, por ejemplo, dar detalles de cómo y cuándo se había realizado esa petición, y si la Generalitat había contestado o no, respuestas todas que un periodista digno de tal nombre debe conocer de antemano. Porque actualmente, y dado el desprestigio acumulado por los políticos, es básico acudir preparados para dejar por embustero al de turno siempre que mienta, pues que engañan cada vez que hablan es ya un lugar común y, en muchos casos, el menor de sus delitos habituales.

Tras escuchar a la ministra, pero sobre todo a los periodistas dirigidos por el Carlos Alsina del histórico “¿Y la europea?” que hizo soltar al Rajoy más ignorante cuando lo de Catalunya aún se habría podido encauzar, me vinieron a la cabeza los siguientes pensamientos:

a)    Que los oyentes de entrevistas a políticos estamos hartos de que no contesten a lo que se les pregunta.

b)    Que el señor Rajoy ha pretendido entrevistar al señor Puigdemont, requiriéndolo a que contestara en términos monosilábicos y con solo dos posibles palabras de dos letras cada una, a una pregunta cuya respuesta, la única posible, ya había sido escrita en la historia mundial el día 10 de octubre, por la tarde, desde el Parlament de Catalunya.

c)    Que sorprende que, en esta ocasión, Rajoy haya cambiado su estrategia y, en lugar de canalizar hacia la Justicia ordinaria el conocimiento y decisión de cualquier actividad de Puigdemont y los suyos, se haya erigido, él mismo, en juez supremo y sentenciador de una respuesta a una pregunta improcedente entre políticos, por muy enfrentados que puedan estar mientras no hayan desenfundado antes las armas de matar, de las que en este caso solo dispone don Mariano.

Que, a partir de ahora, lo acertado es que los periodistas aprendan del registrador de la propiedad, entrevistador, requirente y cada día menos presidente Rajoy que, siempre que la pregunta lo permita, adviertan al político al que interrogan que la respuesta solo admitirá un SI o un NO, y que si tras dos oportunidades de respuesta, separadas la segunda de la primera por un minuto que los oyentes soportaremos estoicos con publicidad, se tomarán contra él o ella, sea quien sea, la decisión inmediata de apagarle la señal a su micrófono y, además, castigarlo a uno, tres, seis o doce meses de inhabilitación ante esa emisora, según el grado de mala educación con que haya recibido el silencio en su “alcachofa” y, también, los antecedentes del mismo o similar abuso de poder mediático que haya podido cometer en otros momentos.

Periodistas y entrevistadores, por favor, permitan que les grite pidiendo, a partir de este mismo momento, mucha más valentía ante cualquier político. Necesitan de ustedes como del aire que respiran y eso convierte al periodismo en casi la última esperanza que nos queda para marcar de cerca a unos personajes que con demasiada facilidad se convierten en delincuentes comunes. Como en ese saco raído que cuando le tapas un agujero se abren dos más, al señor Rajoy le está ocurriendo que, acosado por los rebeldes catalanes, tiene que ceder, inconsciente, nuevos espacios para la libertad de expresión de todos nosotros, que no somos sino ustedes cuanto le están entrevistando a él y a cualquiera de los suyos.

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