Opinión

Olimpiadas: un esfuerzo de años

Ahora que estamos en tiempos de los Juegos Olímpicos, quiero hacer la siguiente reflexión:

Quiero poner el valor el deporte en sí mismo como actividad física que en el sentido competitivo se persigue la búsqueda del éxito a través de la consecución de una buena marca, un buen tiempo y sobre todo, el de una medalla.

Ahora bien, no puedo ni quiero quedarme con el deportista que consigue una medalla y nada más. No. Quiero valorar el esfuerzo de todos y cada uno de los deportistas que participan en esta gran cita mundial.

Quiero hacerlo porque veo muy complicado llegar hasta unas Olimpiadas. Por desgracia, muchas veces criticamos a los deportistas porque no consiguen el objetivo que cada cuatro años persiguen. Y sin embargo, ¿sabemos realmente las condiciones en las que viven estos deportistas durante todo el transcurso que les lleva a la disputa de la cita olímpica?

Lo pregunto porque sé que muchos deportistas apenas tienen medios económicos para llevar a cabo la práctica del deporte en el que compite.

Quiero destacar también, la aportación del llamado Plan ADO (Ayuda al Deporte Olímpico) que depende en este caso del Consejo Superior de Deportes (CSD) que es quien tiene las competencias para conceder dichas ayudas que, de no existir, abocarían al abandono de la práctica deportiva de alta competición de muchos de nuestros deportistas.

Además, hemos de contar también con el factor de las lesiones que pueden truncar el éxito de un deportista en unas olimpiadas.

Teniendo en cuenta además que se compite con todos los deportistas del planeta, ganar una medalla u obtener diploma olímpico hemos de considerarlo como hazaña aunque bien es verdad, que la gloria te la da conseguir una medalla y más si es la de oro.

Es verdad que antes de llegar la competición, todos los países echan cuentas y valoran las posibilidades de medalla de cada competición pero la realidad, demuestra después que esas cuentas sirven de muy poco puesto que nadie está en el cuerpo humano de los deportistas y que, por muy buen estado de forma que alcancen, un mal día puede truncar la preparación de cuatro años y seguro estoy que más dolor que el que sufre el deportista por no lograrlo, no lo vamos a sufrir los demás, por mucho que nos queramos poner en su lugar.

Por todo ello, quiero aquí ensalzar su valentía, su coraje, su preparación y sólo pedir que impere el juego limpio del que siempre ha hecho bandera el llamado espíritu olímpico.

Suerte a todos y que la llama olímpica de los dioses griegos les guíe hasta la meta.

Gracias a Pierre de Coubertin por el legado que nos dejó al rescatar estos juegos que en la Antigüedad de la Grecia Clásica ya fue grande.

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