Opinión

A mi salvadora de vidas

En esta ocasión, quiero dedicar mi artículo al personal sanitario que está dando lo mejor de todos ellos en la lucha contra el COVID-19. Sí, lo hago porque puedo ponerme en su piel en parte y lo digo, porque soy hijo de una auxiliar de enfermería. 

Recuerdo que cuando empezamos a conocer la dramática situación que está generando esta pandemia, mi madre dijo: “a mí, desde luego no me importaría en absoluto arrimar el hombro en el hospital” y lejos de extrañarme o pensar que mi madre está loca…ni mucho menos, lo que me vino a la mente esa que lo de ella es verdadera pasión y vocación por el que ha sido su trabajo hasta hace poco, puesto que hoy día ya está jubilada. 

Han sido muchos años de trabajo en el hospital de Toledo. Muchas experiencias, unas bonitas pero otras, realmente duras porque no hay nada más duro que ver morir a gente. Por eso, cuando salen imágenes hoy en los hospitales de médicos dándolo todo, de enfermeros y enfermeras agotados, muchos llorando, sufriendo de verdad por ver la crudeza de la muerte ante sus ojos, sólo puedo pensar en lo gratificante que debe ser salvar una vida pero también, en la impotencia que deben de sentir que por mucho que hagan, la existencia de una persona se apaga de un plumazo como esa vela que se apaga a veces, por culpa de la fuerza del viento dejándonos en la más absoluta oscuridad y es que no hay nada más oscuro que la muerte, al menos en mi opinión. 

No voy a ocultar que he sentido muchas veces curiosidad y he preguntado a mi madre sobre lo que ha hecho en un día de trabajo o cómo me cuenta las historias vividas en una U.V.I. donde el hilo de la vida es muchísimo más fino de lo que nos pensamos, de hecho me lo describe como si éste fuera casi invisible. 

He visto muchas veces cómo mi madre ha demostrado ser tenaz en su trabajo y mostrar una fuerza y sobre todo, una entereza brutal ante momentos que muchas personas pueden derrumbarse psicológicamente y que, por otra parte, lo veo hasta humanamente normal. 

No sé, supongo que los sanitarios están hechos de otra pasta. De una pasta que parece a veces inquebrantable al desaliento, a la pena y al sufrimiento humano al que por desgracia, tienen que enfrentarse pero es que el guión de la vida en ocasiones, se escribe de una manera tan cruel que cualquier mortal se derrumba pero ellos, aunque sean en su interior a veces como esa casa que se está derrumbando sin remedio, tienen tal temperamento, tal carácter que miran a la muerte como algo natural que quieren impedir y que cuando sucede, tienen que dar la fatal noticia con toda la seriedad y profesionalidad posible y seguramente no creo que sea nada fácil. 

Fijaos si ha sido larga la trayectoria de mi madre en el hospital, que ha visto tantos casos que en muchas ocasiones, sabía que el final sería el que nadie quiere y te lo contaba de una forma que dejaba muy pocos resquicios para la duda. 

Por eso, entiendo perfectamente cuando dice mi madre que emprendería este durísimo reto si pudiera. Yo pienso igual que ella pero en otro sentido y es que si a mí me tocara afrontar este durísimo momento en labores de gobierno, no lo dudaría ni un segundo en que pondría lo mejor de mí para solucionar en lo posible esta situación. 

Y digo esto porque creo que este tiempo es para los valientes y ella lo es. Es muy apuesta, muy decidida…o sea como dicen por ahí muy “echá pa’lante”. Y es que, como siempre he pensado, es en los momentos duros donde de verdad se ve la valía de una persona, donde se ven a los hombres y mujeres en su esencia y este tiempo es así, por desgracia. 

Puedo aseguraros que en estos días cuando he visto imágenes de los hospitales, testimonios de sanitarios o tuits de esta enorme gente, estoy de acuerdo en que hay que valorarles como verdaderos profesionales, ¿héroes? Pues para nosotros lo son pero estoy con ellos. cuando contestan que lo único que hacen es cumplir con su trabajo, pero es que si creo que antes han dado el cien por cien, ahora en muchas ocasiones han llegado a tal punto de esfuerzo que hemos visto imágenes de hundimiento, frustración, auténtico dolor y sentidas lágrimas. 

Les creo. Estoy con ellos. Entiendo perfectamente cómo se deben estar sintiendo porque acogiéndome a las huellas de mi memoria, aparecen esos instantes donde mi madre vivía situaciones verdaderamente dramáticas y por eso, cuando un profesional sanitario escribe o dice algo sobre lo que el COVID-19 le está produciendo, sólo acierto a decir: “No sabes cómo te entiendo. Mi madre también me ha dicho cosas así en ciertas ocasiones”. 

No sé si esta historia llegará a muchos rincones de España. Tampoco sé si muchos sanitarios la leerán (aunque confieso que me encantaría) pero sólo busco que sirva para que ellos sientan que tienen todo un país a su lado apoyando con aplausos o con silencios pero apoyando al fin y al cabo sin olvidar que muchos, desgraciadamente, cesarán de su trabajo y pienso que esto no lo podemos ni tolerar ni permitir. No, porque después de vivir estos momentos, muchas veces consecuencia de los hachazos que ha sufrido la Sanidad Pública, es para pensar que no hay mayor homenaje para ellos que exigir a los diferentes gobiernos que en los pactos por la reconstrucción de España y de Europa, el “Plan Marshall” por el que clama y con razón Pedro Sánchez, no nos dejen a nadie atrás y por supuesto, en ese “NADIE” (sí, con mayúsculas) deben estar todos los interinos entre los que se encuentran muchos sanitarios pues el porcentaje de temporalidad en Sanidad es altísimo y esto un país como España y más teniendo en cuenta la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo del 19 de marzo, no puede permitirse. Y sí, urge un gran pacto a nivel europeo y nacional y no, no me vale ya aplazar otra vez este gravísimo problema que nos afecta alrededor de 800.000 españoles. Si queremos ser un país puntero en nuestros servicios públicos, empecemos por serlo con los servidores públicas. Ya no hay excusas. Lo siento. 

Y todo esto que he dicho, seguro estoy que mi madre estará de acuerdo conmigo. Espero sólo que haya gustado este homenaje a los sanitarios pero sobre todo, para mi salvadora de vidas. 

Y es que por si aún no lo sabes, mama (sin tilde porque así la llamo yo) estoy muy orgulloso de ser tu hijo. 

Gracias por todo lo que has dado a los demás como auxiliar de enfermería. 

Te quiero. 

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