Opinión

Lo de Tarajal claramente no eran caramelos

Es normal que la arrogancia de alguien que acumula alguna cota de poder, sea grande o pequeña, cabree a quienes les pagamos...

Es normal que la arrogancia de alguien que acumula alguna cota de poder, sea grande o pequeña, cabree a quienes les pagamos. Como bien ha dicho (lo único que ha dicho bien) el presidente de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil, "todos los españoles somos, en el fondo, cómplices del trabajo que realiza el Instituto Armado en la frontera, por el que le pagamos con nuestros impuestos".

Y es cierto. Lo somos. Y lo somos porque en ninguna democracia moderna que merezca llamarse así, un cuerpo MILITAR se encargaría de la "seguridad" de la población CIVIL. ¿Nunca te has planteado por qué en ningún país con los que nos solemos comparar, existe un cuerpo como la Guardia Civil? Quizás porque, en 80 años, España ha cambiado más bien poco.

La soberbia de alguien que declara "En una cabalgata de Reyes Mayos se lanzan caramelos, confeti y serpentinas para ilusionar a la gente y la Guardia Civil tiene medios antidisturbios que le facilita el Gobierno para hacer su trabajo: quien espere que lance caramelos está muy equivocado" no es sino la consecuencia de los privilegios que este cuerpo tiene para el uso de la violencia gratuita, y la posesión preferente de la verdad, aún cuando las pruebas y los indicios estén en contra.

15 personas han pagado con su muerte las consecuencias de un estado que oprime y aplica la violencia indiscriminada por la nacionalidad o el color de la piel, que levanta vallas con cuchillas, apalea y dispara a seres humanos que solo quieren tener un futuro mejor. El pobre no tiene patria, el pobre tiene una familia que alimentar, quien no tiene futuro más allá del día de mañana, y quien además de todo esto, sufre la discriminación y el acoso de, cada vez, una parte más pequeña de la sociedad (por suerte).

Porque en tiempos de crisis, el nacionalismo es un caramelo que a quienes no tienen nada en su tierra les sirve para señalar a un enemigo más visible, con el beneplácito de quienes han hecho ser pobres a unas y a otros. Es por ello que tenemos que recordar que nuestro sitio está del lado de quienes, como nosotros, son nadie, no tienen nada, y luchan por vivir dignamente, y no con quienes, como este individuo, los señalan como ilegales, como enemigos, como carnaza a exterminar.

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