Opinión

El Trabajo Social con inmigración

Por Aleix Morilla Luchena

Pocas profesiones –o incluso, sectores dentro de la nuestra, el Trabajo Social- están sometidas a tanto enjuiciamiento como aquellas relacionadas con el trabajo que se desarrolla con personas inmigrantes y refugiadas.

En la mayoría de los casos no se nos ocurre cuestionar el trabajo de otros y otras profesionales, asumimos, que como personas formadas y especializadas, su criterio es valioso. Incluso con otros colectivos dentro de nuestra propia disciplina, creo que a nadie se le ocurriría preguntar, por ejemplo: “¿Por qué esa persona con una discapacidad está cobrando un dinero del estado?” La cuestión, por sí misma, sería cuanto menos inmoral, y escandalizaría a propios y extraños.

Así, me pregunto, ¿por qué no pasa lo mismo cuando hablamos de personas inmigrantes o refugiadas?, aquí, parece que todo el mundo puede cuestionar el trabajo que se realiza con estas personas, y cualquier opina, esgrimiendo datos de dudosa procedencia, como si fueran auténticos expertos y expertas en la materia. Y es que opinar, es sano, y necesario, lo complicado, quizá, sea opinar con propiedad, habiéndose tomado la molestia de informarse. La libertad de expresión está muy bien, pero ya decía el gran José Luis Sampedro, que sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor, y la libertad de pensamiento es primero razonar, y después creer.

Y muchas veces –más de las que me gustaría-, lo hacemos al revés, vemos algo en los medios, o en las redes sociales, y lo creemos, sin pararnos demasiado a informarnos, a razonar sobre el tema. Son muchos los rumores y estereotipos que circulan, y que pueden derivar en actitudes de discriminación y racismo, y son considerados como uno de los principales obstáculos para la convivencia. Algunos ejemplos pueden ser: “nos quitan el trabajo”, “reciben más ayudas que los españoles”, “saturan los servicios de salud”… estos y muchos otros tratan de combatirse a través nuestra plataforma StopRumores, y otras iniciativas parecidas, pero para ello es necesario generar una ciudadanía activa, formada e informada, que vaya más allá de “lo primero que escuche”.

En mi trabajo con personas refugiadas, alguna vez nos preguntaban: ¿por qué se paga un piso a esta familia?, y para mis compañeras de Huelva Acoge, ya es frecuente escuchar: ¿por qué se les da esta ayuda a los inmigrantes?, lo que suele venir acompañado de la coletilla: “… si yo tengo un familiar en el paro que no recibe nada” o “primero habría que ayudar a los de aquí y luego a los que vienen de fuera”. Y no nos cansaremos de explicar que una persona refugiada no está aquí por gusto, sino que viene huyendo de la persecución, de la guerra… de la muerte, ni tampoco de explicar que la Sanidad, los Servicios Sociales y la Educación son Derechos Universales que se reconocen a todo ser humano, y que las ayudas no se dan por ser de una nacionalidad o de otra, sino para apoyar a personas en riesgo de exclusión social que lo necesitan realmente, sean de donde sean.

Y es que, a las personas que creemos en lo que hacemos, a las que nos apasiona nuestra profesión y vocación –sea cual sea-, no nos importa justificar nuestro trabajo, todo lo contrario. Y como a tantas otras personas, a mí no me molesta estar siempre dando explicaciones, es sólo que a veces pienso que algo va mal en el mundo, si a estas alturas, hay que estar explicando estas cosas.

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