Opinión

Ponerle cara

Por Miriam Cejudo, Trabajadora Social

Nunca me había imaginado trabajar con este colectivo, no era un colectivo que me llamase la atención para trabajar, y ahora puedo decir que trabajar con este colectivo no solo me ha aportado conocimientos profesionales, sino que también personales.  

Cuando hablo de este colectivo, hablo con pasión, hablo desde esa vocación de ser Trabajadora Social. 

Como bien dice el articulo 47 de la constitución española, todos los españoles tienen derecho a una vivienda, derecho que se ve vulnerado, ya que aproximadamente 40.000 personas viven en situación de sinhogarismo en España. 

Muchos de estas personas, mujeres y hombres, no están en situación de calle porque ellos quieren, sus circunstancias han hecho que se encuentren en esa situación, y por ello no hay que juzgar, ni usar adjetivos despectivos hacia el colectivo, ya que no tiene porque haber una adicción para encontrarse en situación de sinhogarismo, ante todo decir que son personas con un rostro y con una mochila cargada de vivencias. 

No solo se vulnera el derecho a la vivienda, sino otros muchos el de la sanidad, la intimidad, la seguridad, entre otros.  

Lo más importante, las personas que sufren el sinhogarismo son invisibles están ahí, y la mujer o el hombre que está pidiendo en la puerta de cualquier iglesia o supermercado necesita ser escuchado y preguntarle que necesita porque por ellos mismos no se ven capaces. 

Mi tarea como profesional con este colectivo es la de acompañar, ofrecer recursos, y ayudas, así como escucharlos y atenderles de la mejor forma posible escuchándolos, ofreciéndoles ayuda, etc. Se trata de que ellos aprendan de ti, pero también aprender tu de ellos. 

Cuando me preguntan por qué trabajar con este colectivo habiendo otros colectivos “menos conflictivos”, siempre respondo: - Hoy es aquella mujer que esta en el albergue donde yo trabajo, pero mañana puede ser alguien que tu conozcas e incluso tu mismo-. Personas que no tienen nada, pero te lo dan todo.

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