Opinión

La Política

Hablar hoy de política, además de un riesgo, significa un discurso lanzado al espacio sideral sin interés para interlocutor alguno. Esta situación no ha sido creada por la sociedad en virtud contrato con el objetivo de desnaturalizar el sistema de gobierno, muy al contrario, ha ido emergiendo de una desesperación que ha sumado adeptos por la falta de conexión entre los llamados políticos y los administrados

Hablar hoy de política, además de un riesgo, significa un discurso lanzado al espacio sideral sin interés para interlocutor alguno. Esta situación no ha sido creada por la sociedad en virtud contrato con el objetivo de desnaturalizar el sistema de gobierno, muy al contrario, ha ido emergiendo de una desesperación que ha sumado adeptos por la falta de conexión entre los llamados políticos y los administrados.

Los que tenemos la inmensa suerte de pertenecer a eso que llaman políticos desde el escalón más bajo de representación, que son los municipios, encontramos la satisfacción, plagada de tensiones, de tener que atender diariamente a todos y cada uno de nuestros ciudadanos en los sitios más diversos y sin límite horario. Eso es la política, la necesaria accesibilidad de los representantes que permanentemente son vista y oído; y la continua reivindicación de los representados que tienen como necesidad que se les solucionen sus problemas cuando sean solucionables y si no lo son, tengan la explicación adecuada y la audiencia que se merecen.

Esta relación de inmediatez no se puede perder nunca, un gobernante siempre esta a disposición de los gobernados, en cada ocasión que tiene públicamente o administrativamente; su objetivo es solucionar todos y cada uno de los problemas que sus gobernados tienen. Pongo el posesivo porque con esa cercanía deben tratarse los asuntos de todos.

La postura que cada cargo público debe representar se caracteriza por su alerta ante los intereses de los ciudadanos, siempre teniendo como referencia las líneas fundamentales que mueven su opción, sin componendas ni transacciones inexplicables. Por ello cuando un cargo público es requerido por un ciudadano su deber prioritario es el ciudadano, cuando trabaja en su puesto o cargo le debe mover el mismo objetivo y cuando se convierte en un vocero, debe pregonar ante su audiencia cuales son los problemas e intereses de sus administrados para lograr mover conciencias o voluntades en pos de solucionarlos o conseguirlos.

Por el contrario me temo que ha pasado y pasa que cada uno de los cargos públicos nos hemos visto investidos de una autoridad que conllevaba pensar que nuestras ideas se habían convertido en axiomas que los demás debían seguir para estar en posesión de la verdad única. Casi investidos de áurea intangible nos hemos convertido en entes abstractos que los ciudadanos han visto alejarse poco a poco colocados en la hornacina administrativa y ajenos a la realidad.

Tampoco el trabajo ha sido una experiencia muy apreciada por los cargos públicos. Reuniones de la más diversa configuración y de denominaciones, algunas veces, curiosas, animadas por manjares y regadas con la prodigalidad de Baco, han sido el centro de la actividad. En tales concentraciones de sesudas mentas se han tomado las directrices básicas que habían de solucionar los problemas de los ciudadanos y llevarlos al reino del "Estado perfecto".

Así poco a poco, con paso firme hemos ido caminando hacia concentraciones financieras, paraísos fiscales, rápidos enriquecimientos, ... a los que un pequeño número han logrado acceder, mientras la mayoría, los ciudadanos para mi, la masa social para otros, han visto como su riqueza menguaba sin pausa, erosionada por la necesidad de alcanzar grandes conceptos como la productividad, el mercado perfecto, la integración comercial, ..., la globalización, en fin, que nos ha hecho a todos mas iguales, más pobres.

La solución es volver al principio. A la atención directa y personal. A la vigilancia continúa. A la permanente denuncia de la desigualdad. Si seguimos teniendo políticos salidos del marketing, imbuidos de una idea oligárquica bien sea material bien intelectual, acabaremos con una sociedad donde la oligarquía sea quien reine y los demás seremos reproducción efectiva de trabajadores eficientes que tendremos como horizonte vital conseguir una economía productiva donde el beneficio sea de quien ha puesto medios u organización, la oligarquía.

Por eso si nos dedicamos a la política nuestro discurso no puede ser florido y egocentrista, sino social e igualitario.

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