Opinión

Sin derecho a la sorpresa

Están escandalizados. Le cuesta creer que el Estado de derecho se defienda ante el atropello permanente a la legalidad vigente aprobada por la soberanía nacional representada en el Congreso de Diputados. Les cuesta creer que a ellos, que "solo" quieren votar les esté pasando lo que está pasando. No entienden como millones de españoles no logramos compartir sus criterios expresados en frases que responden a una realidad virtual, a la pura ficción llena de provocación e impostura. Como la "gente" quiere votar no hay leyes que valgan y así, en un abrir y cerrar de ojos se cargan la Constitución, el Estatuto y el sentido común. Fracturan la sociedad catalana y confunden, de manera deliberada, la acción judicial con el estado de sitio que atropella derechos y libertades. ¿Cómo se puede sostener semejante argumento cuando muchos ciudadanos han tomado las calles al grito de "votarem"? Igualito que una dictadura, ¿verdad?

Los secesionistas están escandalizados porque el Estado se defiende. ¿De verdad que esperaban otra cosa?. ¿De verdad han podido pensar por un solo segundo que ellos podían entrar como elefante en cacharrería llevándose por delante la legalidad y que el Estado, encima hiciera risas?

No tienen ningún derecho a la sorpresa. No son tontos y, en el fondo, contaban con ello. A partir de ahí la parafernalia, la liturgia, la propaganda, los discursos impostados --votar no es delito, dicen todos al unísono-- y la movilización. Hay que reconocer que en todo esto son auténticos maestros. Es lo que tiene el nacionalismo exacerbado, que es capaz de sortear contradicciones, incoherencias y defienden a los suyos con uñas y dientes. Y además, cantan.

Llevamos días, y nos esperan unos cuantos más, de tensión, de crisis institucional, del juego del gato y el ratón. Y no, no habrá referéndum como los secesionistas soñaban porque la historia demuestra que cuando el secesionismo catalán ha jugada a las bravas, ha perdido. En esta ocasión, no habrá referéndum pero lo que sí es cierto es que el secesionismo ha logrado tensar al Estado, ser noticia nacional e internacional y al final de los finales dirán que van subiendo peldaños hasta el sueño final.

Tienen derecho a ser independentistas, a manifestarse, a cantar. Tienen los mismos derechos que cualesquiera otros ciudadanos, catalanes o no, pero no tienen derecho a imponer su ley y, ni mucho menos, el derecho a la sorpresa. Retar al Estado no es buen negocio. Rubalcaba, en su momento, lo advirtió: quien le reta, pierde.

Si en política siempre es buena consejera la prudencia, la serenidad, en momento de crisis, resulta imprescindible pero también la firmeza para la defensa del Estado que es una cosa muy seria.¿Diálogo? Por supuesto que diálogo que ha sido precisamente la herramienta que nos ha permitido vivir en democracia, realizar una transición que con sus fallos -nada es perfecto- fue absolutamente modélica. ¿Se puede dialogar con los retadores?. Para que esto ocurra --y debe ocurrir-- habrá que dejar pasar el tiempo, que los ánimos se serenen y que la legalidad quede restablecida de manera absoluta en Cataluña. De lo contrario puede ocurrir que España deje de ser España.

Estamos ante una crisis sin precedentes cuyos efectos secundarios hoy por hoy son impredecibles pero es seguro que los tendrá y no para bien. De momento, demos por bueno que PP, PSOE y Ciudadanos no se censuren mutuamente. Seria imperdonable que lo hicieran. Tiempo habrá para los reproches y las críticas pero ahora es tiempo de unidad y de firmeza democrática y si Puigdemont, Rufián, Junqueras, Forcadell siguen mostrando sorpresa, ese debe ser su problema, no el de los demás.

¿Será verdad que tienen plan A, B y C?. Pueden agotar el abecedario pero deben tener muy claro que quien reta al Estado, pierde. Así ha sido siempre pero no han aprendido.

Comentarios