¿Y por qué no cuestión de confianza?

El anuncio realizado este jueves por Junts fue contundente. Habrá enmiendas a la totalidad a todos los proyectos de ley ya registrados en el Congreso y a los que pueda enviar el Gobierno. Para que nadie se llame a engaño, Miriam Nogueras ha puntualizado que no se trata de un ultimátum sino de una ruptura.

La primera reacción de los sectores más próximos al Gobierno, dentro y fuera del Congreso han centrado sus valoraciones en Junts: no hay nada nuevo, dicen. Es postureo dicen algunos, y otros que todo se reduce a su competición con la extrema derecha catalana. Es decir, se fijan y tratan de minusvalorar el anuncio de los independentistas catalanes y ponen la línea roja –otra más– en la moción de censura buscando así poner en un brete no a Junts sino al PP que al parecer, según dicen, no se atreve a hacerlo.

Creo que el análisis inicial de la izquierda trata de quitar importancia a lo anunciado pero saben que lo tiene porque en esta ocasión Junts va en serio. Va en serio y además equivocan el enfoque porque a la inmensa mayoría de ciudadanos, los problemas de Junts solo importan a Junts y a sus votantes. Al conjunto de los españoles lo que preocupa y ocupa es el Gobierno y su suerte política, que hoy ya está mas en precario que hace una semana. No es un Gobierno con mayoría para gobernar aunque le valga para “estar”, que es algo bien distinto. Esta ausencia de mayoría no es una especial novedad pero ahora ya es un hecho incontestable. Nada es igual a hace una semana.

Cuando se escriben estas líneas, desde el Ejecutivo se acude al argumento ya conocido: tenemos la mano tendida, dicen. Y, como era previsible, dan por seguro que la legislatura continúa aunque el Gobierno se quede sin posibilidad alguna de legislar. Es más, se insiste en que presentarán presupuestos.

Está fuera de duda de que el Gobierno, aparentemente, no va a mover una ceja y lo que importa es el Gobierno, que es el Gobierno de todos. Junts tendrá sus problemas y sus cálculos, pero Junts es lo que es: siete escaños de 350 aunque sean decisivos. Esto es lo que alarga el somos más cuando nunca, nunca, han sido más. Han sido una suma de intereses hasta que los intereses se dejan de compartir. De todos modos tanto al PP como al PSOE se les olvida que el independentismo nunca tiene bastante. Nunca van a cerrar el futuro.

No hay que descartar que ahora la presión se centre en el PP al que desde la izquierda se le animará a presentar una moción de censura. Craso error sería que lo hicieran. Ni Vox ni Junts son buenos compañeros de viaje ni siquiera para una censura instrumental.

El problema, por mucho que se trate de minusvalorar la situación, lo tiene el Gobierno, no la Oposición. Es al Gobierno al que se le paraliza la legislatura. Al PP no se le paraliza su labor de Oposición pero sí debe actuar con inteligencia y, visto lo visto, la inteligencia les debería aconsejar no meterse en charcos que solo al Gobierno le toca sortear.

Es natural que se presione al PP con una eventual moción de censura pero cabe preguntarse el por qué el Presidente no se puede someter a una moción de confianza. Si lo hiciera saldrían de dudas sobre si la decisión de Junts es postureo, como dicen algunos, o decisión firme.

¿Por qué no moción de confianza? La pregunta es retórica porque la respuesta parece clara. Tan clara como la postura de Junts: “No hay ultimátum, hay ruptura”.