Opinión

Más que una liturgia

El presidente de la Generalitat, así como su Gobierno, ha puesto voz a algo más que un acto meramente litúrgico. Es verdad que no hay documento firmado, pero el señor Puigdemont y quienes con él comparten la estrategia del abismo, han dado un paso más en lo que no deja de ser una auténtica afrenta al sistema constitucional y al sentir y ser de la inmensa mayoría de ciudadanos españoles.

Podemos decir _algunos lo harán- que puesto que no hay documento firmado, lo visto y oído ayer no deja de ser una mera declaración de intenciones a la que, es verdad, nos tienen acostumbrados. Sin embargo y siendo verdad que no deja de ser una puesta en escena, no es menos cierto que el presidente que debería serlo de todos no sólo ha hecho una declaración sectaria sino que ha avanzado en todo un desafío político que debe ser respondido con la misma claridad y serenidad con la que él ha expuesto sus planes.

El llamado "asunto catalán" es cualquier cosa menos una broma y debe ser abordado como un asunto grave y serio porque no se trata de un desafío al Gobierno, sino al Estado. Es un asunto de Estado que tiene al Ejecutivo como gestor de su defensa pero en esta obligación de defensa del Estado y de la Constitución el Gobierno ni puede ni debe caminar en solitario.

La situación es un emplazamiento al conjunto de las fuerzas políticas. En primer lugar, y sin duda alguna, al partido que está en el Gobierno, pero a continuación y sin solución de continuidad es un emplazamiento al principal partido de la Oposición. El PSOE no resuelve la papeleta con la llamada de Sánchez a Rajoy diciéndole que no apoyan, que no están de acuerdo con el referéndum unilateral. No cabía imaginar otra posición, salvo que el nuevo PSOE hubiera decidido en el minuto ir a su suicidio político. Pero ¿a partir de ahí?. Pues a partir de ahí Gobierno y Oposición -en este caso PSOE- están obligados a tejer el acuerdo necesario y suficiente para poner en valor y defender la Constitución -siempre mejorable- que garantiza nuestros derechos y libertades. Tarde o temprano el desafío catalán deberá ser respondido desde la democracia, la política y la Constitución.

A estas alturas no cabe esperar rectificación alguna por parte de Puigdemont y de quienes le acompañan y ¿saben?, el 1 de Octubre está ahí mismo y el jefe del Ejecutivo catalán ha protagonizado algo más que un acto litúrgico. Quien no lo quiera ver, quien quiera relativizarlo, que lo haga, pero la comparecencia del Ejecutivo catalán ha sido un desafío puro y duro para que al final no haya referéndum. Y no lo va a haber.

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