Opinión

El viaje de Susana

El viaje a Bruselas desde cualquier punto de España es un viaje cómodo y rápido. Es precisamente el último que ha realizado Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía y, a distancia, la gestora socialista misma. Asegura, la dirigente socialista que ha ido a defender los intereses de "mi tierra". Fue anunciada con una bandera española como telón de fondo y apadrinada, entre otros, por Elena Valenciana, en su momento leal colaboradora de Alfredo Pérez Rubalcaba y, posteriormente, laminada por Pedro Sánchez.

Esta tourneé comunitaria es apenas una breve parada en el ya muy largo viaje de Susana Díaz por las entretelas del PSOE. Con su apoyo surgió Pedro Sánchez y con su distanciamiento, Pedro Sánchez cayó en desgracia. Si viajamos al pasado más inmediato, Susana Díaz resultó se toda una revelación para muchos socialistas en particular y para la opinión pública en general. Su personalidad y el hecho de tener mando en plaza en la federación mas fuerte del socialismo español, la convirtieron en algo más que una líder regional.

Su modelo de partido choca abiertamente con el de Pedro Sánchez y en eso están ahora los miembros de la gestora, en recobrar un PSOE en el que la democracia representativa, de ningún modo, sea sustituida por el poder de las bases. Los problemas que aquejan al PSOE van más allá del modelo de partido. Su principal problema es la perplejidad porque no acaban de entender cómo les ha ocurrido lo que les está ocurriendo desde ya hace mucho tiempo.

Una parte, no se si pequeña o grande, de esta perplejidad podría atribuirse a la actual crisis de liderazgo. El discurso oficial del PSOE y de todos los partidos es que lo prioritario es establecer valores y principios, estrategias y objetivo capaces de devolverles al esplendor de otros tiempos. A todos les gusta decir lo mismo, pero es norma insoslayable en política que importa tanto lo que se defiende como quien lo defiende. El "quién" es tan importante como el "qué" y no seré yo quien niegue las buenas intenciones de quienes defienden la tesis de que lo que toca es "reflexionar", pero no hay que llamarse a engaño y afirmar, sin miedo al error, que a la gestora y a otro muchos lo que les produce un cierto vértigo es el "quién".

Y es en este punto en donde aparece siempre Susana Díaz. Ella no desvela sus propósitos, quizás porque aún no tiene clara cual vaya a ser su decisión final. Personas más autorizadas que yo dan por seguro que "Susana se presenta". No me atrevo a afirmarlo con tanta rotundidad y ni siquiera tengo la certeza de que se plantee presentarse a las primarias. Su actual posición es privilegiada: gobierna en Andalucía y manda en el PSOE y lo hace sin tener que pasar los malos tragos que a buen seguro está pasando Javier Fernández que a fuerza de ser prudente -lo tiene que ser, pero quizás no tanto- ni se le ve, ni se le oye, ni se le siente. Su viaje, el de Fernández, le está resultando más duro de lo que él, probablemente imaginaba.

Susana Díaz es una mujer con temperamento y vitalidad y tiene, sobre todo, una idea muy clara de lo que es el poder, pero con el viaje tan largo que lleva encima comienza a ser percibida como un personaje no menos quemado que otros que, de una u otra forma, han participado de manera directa en los últimos y convulsos acontecimientos socialistas. El resultado final es que el PSOE es un partido huérfano en el que la dirección del grupo parlamentario hace lo que puede.

En los próximos días, la lideresa andaluza protagonizará un acto que se pretende sea casi multitudinario y es seguro que la presidenta de la Junta de Andalucía será aclamada y aplaudida pero es más que probable que no desvele sus planes de futuro. Será una forma de medir fuerzas con Pedro Sánchez que, este sí, está dispuesto a pelear por la secretaría general. Se afirma y así suele ocurrir que fuera del aparato no hay vida, pero formar parte del mismo no garantiza a priori el afecto de quienes forman la familia política y hoy el PSOE es un partido desgarrado.

Susana Díaz continuará con su particular viaje pero si como dicen es la esperanza blanca del PSOE creo que tiene la obligación moral para con los suyos de ir despejando incógnitas. Si quiere dar el paso que lo diga porque lo que si es seguro es que el resultado de la larga reflexión del PSOE no e va a resultar incómoda. El "qué" resultante no será ajeno a Susana Díaz y si ella es el "quién" cuanto antes lo diga, mejor para todos. También para ella.

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