Opinión

Justicia y compasión

Siempre he pensado que la justicia no está ni debe estar reñida con la compasión, con la empatía. Y esto vale para todos, salvo para aquellos que por sus antecedentes, pruebas obtenidas o trayectoria resulta imposible, por no decir indecente, cualquier gesto que no sea el de la aplicación implacable de la ley.

Hace ya mucho tiempo, en RNE se debatía sobre la prisión preventiva. Siempre he pensado y así lo dije que era una figura que había que aplicar con cuidado. A fin de cuentas se priva a un ser humano, acreedor del derecho a la presunción de inocencia hasta tato sea juzgado, de su libertad que, junto con la vida, es lo mejor, lo único que de verdad tenemos. Se hablaba de los nueve políticos presos en Cataluña y manifesté mi cierta sorpresa por su permanencia en prisión preventiva. Reconocí no tener todos los datos de los que dispone el juez, pero lo que si tenía claro es que no eran ni son asesinos peligrosos y que me resultaba difícil creer que el Estado no tuviera a su disposición los medios y medidas necesarias para evitar cualquier fuga o destrucción de pruebas. Lo sigo manteniendo.

Lo mantengo para los políticos independentistas presos que junto con otros que no han pisado la cárcel ni entraran en un juzgado fueron desleales, temerarios e irresponsables hasta más allá de lo imaginado. Lo mantengo en relación a Eduardo Zaplana. Está en la cárcel desde hace más de medio año. La jueza le atribuye supuestos delitos de carácter económico. No ha matado a nadie, ni nunca ha sido un violador peligroso. Eduardo Zaplana goza de la presunción de inocencia en toda su plenitud.

Hace ya casi un año unas amigas periodistas y yo misma nos encontramos con él de manera casual. Le preguntamos que como se encontraba y su respuesta fue escueta pero clara: "estoy". Afortunadamente sigue estando, pero su situación clínica es muy grave, tan grave que está en aislamiento por una muy peligrosa bajada de defensas.

Sus abogados, avalados siempre por los correspondientes informes médicos, han solicitado a la jueza el traslado a su domicilio. Esta demostrado científicamente que el entorno en ese tipo de enfermos forma parte del tratamiento pero la jueza, que de esto debe entender poco, ha dicho que no, que se podía fugar y que podía destruir pruebas. ¿A donde se va a fugar un hombre cuya vida depende de revisiones constantes?. No cuestiono el buen trato que, sin duda, se le está dando en la prisión, pero no se trata de eso. Se trata de que en casos como este, la justicia aplique su rostro compasivo como se hizo en su día con el etarra Bolinaga. Le dejaron libre para que muriera en su casa. La jueza debería reflexionar para que Eduardo Zaplana no muera en la cárcel. ¿Dónde está el desdoro de la Justicia?. No adivino a entender la posición de la jueza que, a su vez, tiene manos libres para establecer las medidas que considere oportunas para que Zaplana no pueda dar ni un paso fuera de control.

Se reclaman y con razón, medidas para establecer el seguimiento adecuado de aquellos que aún habiendo cumplido su condena, continúan siendo sujetos susceptibles de volver a delinquir. De la misma manera habría que repensar la figura de la prisión preventiva para aquellas personas que gozando de la presunción de inocencia, lo que sí se sabe a ciencia cierta es que no son criminales, ni violadores, ni sujetos peligrosos para la integridad física de los demás. Eduardo Zaplana, gravemente enfermo, no es nada de esto y el lugar justo para él no es la cárcel, sino su domicilio, con su entorno familiar. Cuando se han visto de cerca situaciones similares y el efecto benéfico que para estos enfermos tiene su entorno, la decisión de la jueza de mantenerle en prisión resulta pasmosa. Se lo han avisado: Eduardo Zaplana puede morir en prisión. ¿Es necesaria esta ausencia de compasión para impartir justicia?. Ella sabrá lo que hace...

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