Opinión

En el lado correcto

La historia tiene estas cosas. Cuando menos se espera, de la manera más inesperada surge del anonimato una persona que sin cualidades excepcionales logra convertirse en alguien excepcional capaz de concitar en torno a su persona, discurso y aptitud un halo de esperanza. Algo de esto ha ocurrido en Venezuela .Un hombre joven, universitario y bateador, hijo de un taxista afincado en Canarias desde hace más de quince años, ha tenido el valor de pintar cara al dictador Maduro.

Lo ha hecho sin apelar a las armas y al albur de la propia constitucional bolivariana que en más de un artículo prevé que ante situaciones de desgobierno se puedan plantear alternativas como la planteada por Guaidó que con gesto suave, pero contundente y sin estridencias ha logrado aunar a los desunidos y plantear todo un órdago que obliga a todos a colocarse frente al espejo.

Desde que la oposición se hizo con la mayoría de la Asamblea nacional, Nicolás Maduro ha perpetrado toda clase de iniciativas para cargarse el poder de la misma, para deslegitimar lo que legítimamente le correspondía y el pueblo venezolano, con una paciencia y capacidad de resistencia fuera de lo común viene soportando durante años y años toda clase de atropellos a los derechos humanos, afrontando toda clase de penurias y protagonizando escenas de éxodo que nos recuerdan a los tiempos más oscuros. Realmente insoportable. Demasiada indignidad para que las democracias asistan impasibles a semejante dictadura.

La irrupción de este joven bateador venezolano, nos coloca frente al espejo. Son ya muchos los países que le reconocen como presidente interino; es decir, presidente con el fin de convocar elecciones pero todo estamos a la espera de la posición oficial de España.

Entre las nieves de Davos, el Presidente del Gobierno ha hablado con el joven bateador venezolano y como cabía esperar, la receta es que debe haber elecciones libres. ¡Menudo descubrimiento!. ¿Quién las convoca?, ¿Maduro?. ¿Con qué garantías?. Comprendo que la política internacional y mas cuando hay especiales intereses de por medio, no es cuestión de brocha gorda, pero en el caso que nos ocupa, todo lo que sean matices es alejarse del lado correcto de la historia.

El lado correcto es estar con el presidente interino y lanzar un ultimátum a Maduro. Y hay que hacerlo sin paliativos si España no quiere abdicar del liderazgo que esta obligado moral e históricamente obligado a ejercer. Una vez en el lado correcto de la historia pueden venir las matizaciones, los plazos, las sugerencias pero mientras se esté en tierra de nadie nada hay que decir, nada se puede exigir y el Gobierno español llegara tarde si como de una frase hecha se tratara continua abogando por elecciones libres. Las carcajadas de Maduro deben ser sonoras.

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