Cuando los plazos no importan

Va quedando muy claro que sólo al Gobierno no le importan los plazos. Para el común de los mortales, los plazos son ley. Si se presenta un recurso fuera de plazo, el encausado sufre un daño obvio. Si se firma un contrato y no se respeta el plazo del mismo, quien lo incumple debe pagar por ello y ni que decir con Hacienda. El retraso en el pago del impuesto correspondiente conlleva, de inmediato, un recargo monetario.

La Constitución establece de a era clarísima la obligación del Ejecutivo de presentar en plazo tanto el techo de gasto como los propios presupuestos. Que estos se prorroguen un año no es algo excepcional, e incluso se puede entender en función de las circunstancias, pero gobernar con presupuestos de una legislatura anterior supera con creces cualquier previsión razonable.

La Carta Magna no establece sanción alguna cuando los plazos presupuestarios no se cumplen y no lo hace porque, probablemente, los padres de la Constitución ni imaginaron lo que estamos viendo.

Es más que probable, por no decir seguro, que no habrá presupuestos para el año próximo. Nos dice el Gobierno que está negociando con los grupos pero estos, salvo el PNV con el que sí ha habido contactos, dicen que no saben nada. La cuestión es mantener la supuesta intriga, cuando en realidad está asumido por el propio PSOE que habrá que ir a la prórroga. No hace falta mucha imaginación para intuir que no ocurriría si el Presidente fuera del PP. Eso de que un gobierno sin presupuestos es un coche sin gasolina, que diría Pedro Sánchez en su otra vida, no va con su Gobierno.

Sin embargo, en este caso, no cabe decir que el Presidente haya engañado. Ahí está su declaración pública advirtiendo o informando, como lo quieran ver, que seguiría al frente del Gobierno con o sin el concurso del Parlamento. A su sucesor, sea quien sea y del partido que sea, le deja abierta la puerta a que haga lo mismo. ¿Por qué no iba a hacerlo?.

Esta declaración que el Presidente está dispuesto a aplicar sin disimulo alguno no deja de ser un desprecio al sistema parlamentario y, lo que es peor, un síntoma evidente de un afán de permanencia revestido de una pátina aparentemente casi épica.

Los plazos no son ley para el Gobierno ni lo serán por mucho que la oposición se lo recuerde. Ni habrá crisis de Gobierno porque Sumar se muestre indignada por la política en relación al horror de Gaza. Ningún grupo de la llamada mayoría progresista (?) le va a dejar caer y el Presidente lo sabe, de ahí que el PP no debería gastar energías en pedir elecciones anticipadas. Estas serán, como es natural, cuando el Presidente quiera.

El jefe del Ejecutivo asegura que serán en 2027, es decir cuando acabe el plazo de la legislatura, pero si vemos que los plazos se ignoran, ¿por qué no iba a ignorar el de 2027 apretando el botón rojo, por ejemplo, en cualquier momento?. Es solo una pregunta.