Opinión

La propuesta de Felipe

Felipe González no es un cualquiera ni en el PSOE ni en la historia reciente de nuestro País. Presidió el Gobierno de la Nación durante catorce años y fue secretario general de su partido desde 1974 hasta 1997, año en que tras perder las elecciones generales con el PP de Aznar, decidió dar un paso atrás y retirarse a un segundo plano de la política. Es cierto que en los últimos tiempos a González -lo mismo le sucede a Aznar en el PP- los actuales dirigentes del PSOE no le hacen mucho caso, lo cual no significa que sus reflexiones acerca de lo que está sucediendo en España carezcan de interés o no estén llenas de sentido común.

Lo último que ha dicho González es que si hubiera unas terceras elecciones, los cabezas de lista de los principales partidos políticos deberían retirarse para evitarse entre otras cosas el bochorno de tener que explicar a los ciudadanos que se han equivocado dos veces con lo que votaron y que es necesario que voten una tercera vez en el corto periodo de un año. Estoy convencido que muchos ciudadanos compartirán este análisis y esta propuesta de González y que incluso a algunos les parecerá que se queda demasiado corto.

Pero más allá que ninguno de los líderes de los cuatro principales partidos dará un paso atrás, y si hay unas terceras elecciones en diciembre volverán a ser candidatos, sí es cierto que la incapacidad que han demostrado para llegar a acuerdos y poner en marcha el Gobierno resulta muy exasperante para los ciudadanos. Por ser justos, habrá que decir que no se puede atribuir la misma responsabilidad a todos, porque algunos de esos líderes -concretamente Albert Rivera de Ciudadanos- han demostrado con hechos que han intentado poner los medios para desbloquear la situación. Después de las primeras elecciones alcanzó un pacto con el PSOE y tras las segundas hizo lo mismo con el PP, aunque en ambos casos resultó insuficiente.

Se puede pensar, con razón, que la responsabilidad mayor es de quien ha sido el más votado y ha demostrado, también con hechos, su poca capacidad para sumar apoyos. Es el caso de Rajoy. O también es difícil de entender la postura de Sánchez y del PSOE de seguir instalados en el no y ni siquiera permitir, con la abstención, que gobierne en minoría el PP. Iglesias es el que lo ha tenido más fácil porque tras no querer apoyar en marzo el pacto PSOE-Ciudadanos, los 71 diputados de Podemos tampoco dan para mucho. Siendo cierto que la responsabilidad de unos y otros es distinta, no deja de tener su punto de razón la propuesta de González aunque no se vaya a materializar. Pero los ciudadanos siempre tendrán la posibilidad, en unas terceras elecciones, de determinar con su voto quien ha sido más culpable de la situación de bloqueo institucional que estamos viviendo.

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