Opinión

Sinergias

La palabra “sinergia” procede de un vocablo griego que significa “cooperación”. Se utiliza para nombrar a la acción de dos o más causas que generan un efecto superior al que se conseguiría con la suma de los efectos individuales. Cuando dos empresas se fusionan, por ejemplo, se producen sinergias que hacen que con el mismo personal se puedan conseguir mejores resultados, pues se aprovechan recursos conjuntos. No he encontrado en el diccionario español de antónimos el correspondiente a sinergia. Ahora bien, en el diccionario del idioma hermano, el portugués, sí existe ese antónimo, que traducido significa: confrontación, contienda, incompatibilidad y oposición.

El órdago, que los dirigentes políticos de Cataluña le han lanzado al Estado, con la convocatoria de un “no-referéndum” para decidir de manera unilateral si se independizan, celebrado el pasado día 1, ha puesto de relieve las palabras con las que el diccionario del portugués define el antónimo de sinergia. Hay que preguntarse por los objetivos, por el porqué de esa convocatoria, aun a sabiendas de su ilegalidad pues el Estado haría cuanto estuviera en su mano para evitarlo, con unos resultados muy lejos de ser válidos… La lógica nos lleva a inferir que ante la pasividad del gobierno, querían provocar en las demás fuerzas políticas una acción hacia su causa, querían hacer visibles sus deseos a escala internacional y querían saber cuál era el grado de respuesta del pueblo catalán.

La jugada les ha salido. Al finalizar la campaña del sí, proclamó Puigdemont que ya habían ganado, aún antes de celebrar la consulta. Lo que quizá no calibraron fue que, al involucrar al pueblo en lo que es y debe de ser su trabajo como políticos, jugando con los sentimientos de la gente, apropiándose de los símbolos a su favor, han abierto la caja de Pandora. Han renovado en el resto de España un sentimiento anti catalán, han unido al resto de la población española en torno a los símbolos nacionales y han provocado una fractura social en la propia Cataluña, con efectos en las amistades e incluso en el seno de las familias. En el terreno en el que se está jugando ahora la partida, el de los sentimientos, ya no interviene la razón. Y cuando la razón se deja fuera, entran en juego las pasiones y éstas no siempre son de la mejor calidad.

Ahora, la labor de los profesionales de la política debe de ser reconducir ese tráiler que se ha salido de la carretera, devolverlo a su ruta y guiarlo hacia su destino. A lo mejor para ello hay que cambiar a los conductores en la primera gasolinera. Eso se hace sentándose a negociar, consensuando como se hizo en otras ocasiones clave de nuestra todavía joven democracia y con convocatorias electorales, autonómicas en Cataluña y generales, para que el pueblo (ahí sí) decida con qué se queda. Como no se hace es a golpes de porra, de banderas y de jueces. Cada poder del Estado, en su sitio. Y así quizá sigamos aprovechando esas sinergias en el conjunto de España, naturalmente con Cataluña.

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