Opinión

Los nacionalismos excluyen

«El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando». Miguel de Unamuno.

A las derechas les ha dado por difundir mensajes de miedo y odio hacia los inmigrantes, metiendo en el mismo saco a refugiados, inmigrantes ilegales, africanos, asiáticos o simplemente personas diferentes. Esos mensajes lanzados al ámbito nacional, también tienen su reflejo en clave diferente en algunas comunidades históricas. Comunidades en las que se suele utilizar como peyorativo llamar a alguien «español», porque se le ve como de fuera, sobre todo si además no habla la lengua vernácula.

Sorprende encontrarse con trabajadores que piensan que los inmigrantes les van a quitar su puesto de trabajo, e incluso se llega a decir que se están llevando el dinero que el Estado les podría estar dedicando a ellos. Hay que recordar que, según el INE, los inmigrantes están ingresando en Hacienda más dinero del que teóricamente reciben. Además, muchos están realizando labores a las que los españoles ya no se dedican. Por otra parte, el temor de un trabajador a perder su puesto de trabajo no debe de enfocarse hacia un inmigrante como su causa, sino más bien a su propia cualificación para desarrollar ese puesto y al resto de condiciones laborales.

Los nacionalismos tienen en común la supremacía y la exclusión; ese sentirse investidos de no sé qué clase de superioridad sobre aquellos que son o vienen de fuera. Cosa distinta es valorar lo propio, tenerle estima y aprecio; pero eso no está reñido con el compartir en un momento dado. Lo contrario lleva a la separación, a la confrontación y al odio. Y en esos terrenos perdemos todos: los inmigrantes, los nacionalistas, los de aquí y los de allá. ¿Qué están ganando en cualquier parte los gobiernos que aplican políticas nacionalistas extremas? Centrémonos en los acuerdos y saldremos todos beneficiados.

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