Opinión

El disputado voto a la derecha de la derecha

El espacio del centro en España, que era el que inclinaba la balanza hacia izquierda (PSOE) o derecha (PP), ha sido abandonado «sin complejos» por las derechas. Estas se pelean ahora en el apretado espacio de la derecha extrema, espacio que quiere liderar el nuevo presidente del PP. Le dejan libre al PSOE el espacio del centro-izquierda, quien solo o con la ayuda de otras izquierdas puede conformar gobiernos que ayuden a la mayor parte de la ciudadanía.

España no podía ser diferente a los países de su entorno: Alternativa para Alemania en el país teutón; Liga Norte en Italia, que gobierna con sus antípodas del Movimiento 5 Estrellas; el crecimiento del Partido de la Libertad en Austria, el del Frente Nacional en Francia… Todos ellos, de extrema derecha, han provocado más de un comentario preguntándose dónde estaba la extrema derecha en España. Muchos respondieron que en Ciudadanos (que últimamente le había robado muchos votantes al PP), en VOX y en el propio PP.

En las Primarias previas al XIX Congreso del PP, los militantes que quisieron y pudieron votar, menos de la décima parte de los que decían tener, eligieron en primer lugar a Soraya Sáenz de Santamaría, seguida de Pablo Casado y, alejada de los puestos de cabeza, a Dolores Cospedal. La batalla se libró en el reciente Congreso por el voto de los compromisarios entre los dos primeros, quienes, lejos de hacer caso al discurso más moderado de Soraya (y al voto mayoritario de los militantes), se decidieron por un Pablo Casado que les aseguraba una vuelta a sus esencias, un viaje a la derecha «sin complejos». Tan sin complejos ha sido el Congreso que han obviado por completo la razón por la que lo estaban celebrando: estar fuera del gobierno por el triunfo de la moción de censura presentada por el PSOE, a causa de la sentencia de la Gürtel por corrupción, y el consecuente abandono de Rajoy.

No cabe duda de que en España existe polarización política, incluso una polarización distinta, como sucede en Cataluña. No cabe duda de que la situación que se ha creado en aquella autonomía por la falta de entendimiento político entre Madrid y Barcelona ha supuesto una fuente de votos para las derechas. Votos que el nuevo presidente del PP quiere mantener cuando declara querer conectar con esa España de las banderas y los balcones, o sea, tensar más la cuerda con esas otras banderas y balcones del otro lado del Ebro. Bien distinta es la voluntad que se atisba en el nuevo gobierno de Pedro Sánchez, que va en pos del entendimiento. Está por ver si la racionalidad se impone también entre los políticos catalanes. El tiempo y el electorado decidirán en las próximas citas electorales quién lleva las riendas para conseguir el bienestar de la ciudadanía, que al final es de lo que se trata.

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