Opinión

De aquellos polvos…

¿Recuerdan las mesas que puso el PP en las plazas de los ayuntamientos de muchas poblaciones, pidiendo firmas contra el Estatuto Catalán; Estatuto del que ese partido rechazaba artículos similares por los que había votado a favor en otras autonomías, como Andalucía o Valencia? ¿Recuerdan la denuncia que el PP puso ante el Tribunal Constitucional contra ese Estatuto? ¿Recuerdan el ninguneo de Rajoy a Artur Mas y Cataluña desde el momento en que llegó a la Moncloa a finales de 2011? ¿Recuerdan el famoso «choque de trenes» entre Rajoy y Mas, aquella huida hacia adelante que ni el propio Mas quería, pues era más bien una llamada de atención? Hasta aquel momento el movimiento independentista catalán apenas llegaba al 10%, como demostraban una tras otra las sucesivas citas electorales. 

Mientras, en el conjunto de España la extrema derecha estaba contenida (de contención y de pertenencia) dentro del propio PP, siendo VOX un partido sin representación parlamentaria. El ninguneo de Rajoy a Cataluña continuó y continuó, provocando importantes cambios políticos en aquel ámbito autonómico: el paso atrás de Mas, la llegada de Puigdemont, de la CUP…, hasta que provocaron el famoso falso referéndum de 2017. Ahí, el gobierno de Rajoy cayó en todas las trampas que le pusieron, cuando hubiese sido algo tan simple como dejarlos y darle validez cero al resultado. No cabía otra posibilidad. No hubiesen tenido ninguna repercusión internacional, y hubiera quedado todo como una farsa democrática, lo que era.

Toda la convulsión que se creó como consecuencia de la acción policial y la actuación de alguna gente, les unió en un sentimiento patrio, como esos hermanos que se pelean entre sí, pero que nadie intente mediar porque se unen contra él. Crecieron los votos independentistas y el sentimiento anti español. Luego vino la «República de los 17 segundos», la huida de algunos políticos, capitaneados por Puigdemont, la aplicación del 155, la detención de otros políticos que se quedaron aquí… y lo demás ya es reciente y sigue y sigue, como el conejito de las pilas.

A la vez, en el resto de España se volvió a extender (como contra el Estatuto) un sentimiento anti catalán, siendo VOX quien supo catalizar ese descontento. Partido de extrema derecha, a quien el conflicto catalán le vino y le viene que ni pintado. Cada imagen de TV con una hoguera en una calle de Barcelona, inflama de intenciones de voto a ese partido de aquellos que no analizan la realidad más allá de las apariencias. Dispuestos a que le reduzcan la pensión, les recorten sus derechos sociales, laborales, sanitarios y de todo tipo. Ya sabemos de qué van las extremas derechas en la historia, y ahora. Recuerden que Hitler accedió al poder en Alemania por medios democráticos, no como sucedió aquí. 

Hemos de actuar desde la razón y no desde los sentimientos, pues estos son traicioneros y nos llevan a tomar decisiones equivocadas. Con 155 o con tanques no solucionamos nada. Hacen falta puentes donde se han cortado, entendimiento donde hay discordia, consenso donde hay disenso… Y en eso tenemos que trabajar todos, y cuando digo todos no me estoy refiriendo solo a los políticos, me refiero a usted, votante que lee estas líneas, que razone su voto del día 10 y que el domingo vaya a la urna, por favor.

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