Opinión

Allegados

Con motivo de las declaraciones del ministro de Sanidad para comunicar a la ciudadanía que podremos visitar en las fechas venideras a familiares y allegados, han puesto en televisión unas cuantas entrevistas (no muy representativas, es verdad) en las que preguntaban a varios transeúntes qué era para ellos un allegado. Las respuestas, que no reproduciré aquí, eran de lo más variopinto y la mayoría daba unas definiciones nada ajustadas a su verdadero significado. Ya sabe el ministro que el lenguaje con el que se comunica un político con la ciudadanía debe ser sencillo, evitando las palabras rebuscadas, así que imagino su sorpresa si ha visto el programa de TV. 

Con estos niveles de comprensión del idioma de todos los españoles, no es de extrañar que nos cuelen goles por la escuadra y nos quedemos haciendo la estatua en la portería.  Desde posiciones bien estudiadas, hay personas empleadas por no se sabe quién (aunque se sospecha), que fabrican bulos para convencernos de lo que ellos quieren que pensemos. Así, hay quienes se creen a pie juntillas los titulares y ni se molestan en comprobar qué hay de cierto en ello, antes de darle a reenviar y convertirlos en virales. 

Por ejemplo, no es cierto que con la LOMLOE o ley Celaá se vaya a perder el idioma español; ese derecho está garantizado, como lo estaba antes de la ley Wert. Convive con el resto de las lenguas españolas en los territorios en los que se hablan, porque así se reconoce en la Constitución. Ni se suprimen los colegios de educación especial, ni hay problemas para que los alumnos que elijan la concertada puedan acudir a esos colegios, siempre que reúnan las condiciones incluidas en la ley. Sin embargo, el mensaje que ha calado es el de los bulos en sentido contrario. La mayoría de quienes han salido a las calles a protestar con sus coches ni siquiera se ha molestado en leer la ley y entenderla.

No es de extrañar que desde el gobierno se intente, de momento sin resultado, evitar en la medida de lo posible esa continua fabricación de noticias falsas. Ahora que tenemos unas posibilidades enormes de comprobación de noticias, es paradójicamente cuando más nos engañan. Bien es cierto que nos gusta recibir noticias afines a nuestros gustos, y por eso vemos los canales de TV o leemos la prensa que nos pone aquello que queremos ver o leer. Nos gusta lo que nos afecta a los sentimientos y, cuando estos entran en el campo de juego, la razón sale al banquillo. Y eso lo saben muy bien los fabricantes de bulos, porque conocen las palabras exactas con las que reacciona el personal al que se dirigen. Ojo al dato, que repetía el ínclito José María García.

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