Tener casa, misión imposible

El acceso a la vivienda se ha convertido en el gran fracaso político de nuestro tiempo. Da igual si uno busca comprar o alquilar: el mercado está roto, y las medidas del Gobierno no solo no han servido para repararlo, sino que lo han complicado aún más. Los datos de los últimos informes de Fotocasa e Idealista son el reflejo de una realidad que ya nadie puede negar: una de cada tres viviendas ha desaparecido del mercado del alquiler y el 23% de los propietarios ha optado por vender su casa para evitar problemas. La causa, según apuntan los expertos, está clara: la inseguridad jurídica y la intervención constante del Ejecutivo.

En lugar de generar confianza, las políticas de vivienda han ahuyentado a los propietarios y desanimado a los inversores. Las limitaciones de precios, las trabas fiscales y las sanciones a quienes mantienen una vivienda vacía han provocado el efecto contrario al deseado con el resultado de menos oferta, precios más altos y frustración. El golpe más duro lo sufren los jóvenes. En los años del "boom" inmobiliario, el 22,5% lograba comprar una vivienda, hoy apenas lo consigue un 9,5%. No se trata solo de salarios bajos o hipotecas imposibles. El problema es que el mercado se ha estrechado tanto que ya casi no hay hueco para ellos. Mientras tanto, el Gobierno insiste en una estrategia basada en el intervencionismo, en controlar y dirigir lo que debería fomentar y liberar. Se habla de vivienda pública, pero se avanza poco en liberar suelo o en impulsar proyectos mixtos con el sector privado. En lugar de atraer inversión y colaboración, se lanza una y otra vez el mensaje de desconfianza hacia quienes podrían ofrecer soluciones reales.

La vivienda se ha convertido en un laberinto burocrático y fiscal del que pocos salen airosos. En vez de políticas eficaces, abundan las declaraciones engañosas y los anuncios publicitarios que solo generan enfado entre los ciudadanos. Hace falta más suelo, menos dirigismo y más colaboración público-privada. Pero, sobre todo, hace falta una política de vivienda que escuche a los expertos y no al ruido político. Hasta que eso ocurra, seguir buscando casa seguirá siendo, para muchos españoles, un ejercicio imposible cargado de paciencia y resignación.