Opinión

Callejón sin salida

La Justicia volvió a arrebatar la razón este viernes a Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal  y activó todas las alarmas en Génova 13 cuando el juez Ruz, en un nuevo viernes negro para los ‘populares’, puso un cañón de luz sobre tanta palabrería y demagogia política y dijo con todas las letras que en el PP hay indicios que apuntan a que, efectivamente, ha habido durante años una Caja B que funcionaba como un tiro

O en el PP y el Gobierno no se enteran, o mienten muy mal o les engañan mejor. ¡Vaya desatino de año!

La Justicia volvió a arrebatar la razón este viernes a Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal  y activó todas las alarmas en Génova 13 cuando el juez Ruz, en un nuevo viernes negro para los ‘populares’, puso un cañón de luz sobre tanta palabrería y demagogia política y dijo con todas las letras que en el PP hay indicios que apuntan a que, efectivamente, ha habido durante años una Caja B que funcionaba como un tiro.

Ruz, al que seguramente el Gobierno de Castilla-La Mancha no otorgue ninguna medalla de oro en el próximo Día de la Región, ha metido al aparato logístico del PP en un callejón sin salida que sólo se podría resolver entonando el “mea culpa” -y aquí paz y después gloria- o sufriendo un nuevo ataque de amnesia catárquica -como cuando Bárcenas era un tipo excelente y al día siguiente un delincuente-.

Si la secretaria general del partido se ponía en enero enérgica apelando a la pulcritud de la economía ‘popular’, ya en agosto dejaba caer que lo que ocurre a nivel de cuentas en el PP, es algo que ni los de más arriba ni entienden ni manejan.

María Dolores de Cospedal en aquella ocasión, salió a por uvas y trasquiló de un tijeretazo sin querer al jefe. Lo que en enero eran heladoras verdades con mayúsculas, se convirtieron en agosto en sudorosas excusas basadas en una normativa interna que viene a decir que, quienes mandan en tan alta empresa,  no controlan ni saben de sus dineros.

La también vehemente promesa de realizar una auditoría interna que Cospedal hizo en un primer momento, no sólo se saldó con su incumplimiento sino que, de haberse hecho habría sido del chiste ya que el contenido de los discos duros del tesorero, desapareció como por arte de magia.

Los políticos en general son dados a aplaudir las sentencias que les son favorables y cuando no, suelen también aficionarse a acusar al magistrado de estar politizado y a practicar maniobras que inclinen la balanza de su lado.

Las casualidades no existen y, por increíble que parezca, el Ministerio del Interior, por primera vez en la historia, podrá elegir a dedo a los principales mandos de la Comisaría General de la Policía Judicial que se encargan de investigar los casos de corrupción y eso significa que el Caso Bárcenas lo investigarán quienes decida el Gobierno. Y ahí queda eso.

En Cuanto a Bárcenas, Lapuerta, Urquijo y la “Santa Madonna”, ¡pues qué les vamos a decir!

Lo que aquí parece probado, a pesar de que queden milenios para saber qué ha pasado en el PP a ciencia cierta, es que no todo se ha hecho bien, ni mucho menos.

Cuando se tiene a los tesoreros, extesoreros, gerentes y exgerentes de todos los períodos posibles mezclados como un inmenso cubo de Rubik, bailando alrededor de la Audiencia Nacional y consechando imputaciones consecutivas, fianzas, órdenes de encarcelamiento preventivo… semana tras semana, no es posible salir con la cara lavada de pétreo fariseísmo a decir que no pasa nada.

Resulta también curioso que, a pesar de que van saliendo poco a poco las pullas, los tesoreros y los gerentes anden pasándose la patata caliente de quién es el último responsable en esta cadena de competencias sin dueño en la que parece sumergida la fiscalidad ‘popular’.

Un batiburrillo de organización de la que alguien, sea la Secretaría General o la Presidencia, deberá al menos ser supervisora como ocurre en cualquier empresa con dos dedos de frente; eso, o tenemos que entender que los gerentes y tesoreros del PP son como una especie de raza aparte, que nacen de un capullo, que nadie ha nombrado, ni designado, ni elegido, ni propuesto, ni votado, ni dado el visto bueno… o como se quiera decir, para colocarles en esos puestos.

La situación, ya sí que sí, merece una explicación -y que además se entienda-.

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