Opinión

Austeridad y herencia recibida, incompatibles en un Pacto

Detrás del deseo de pacto, se encuentra un debate de mayor calado, como es la necesaria reforma constitucional, al atravesar un periodo grisáceo en las instituciones democráticas, ocasionado ya no sólo por la falta de respuestas políticas ante la crisis, sino por el distanciamiento creciente que actualmente hay entre la ciudadanía y sus representantes; los paralelismos que existen con la Transición y la búsqueda de perfiles políticos como los de los padres de la Constitución, y lo más importante, para integrar una oleada de colectivos sociológicos y plataformas, ubicados fuera del actual sistema

La posibilidad de que el PP y el PSOE llegasen a algún tipo de pacto, acuerdo o consenso, se ha diluido al inicio de la presente semana. El tono político utilizado tanto por la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, como por el jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, no parece vislumbrar una nueva aproximación entre los dos principales partidos españoles, separados ideológicamente por un abismo, a la hora de plantear recetas anticrisis o en su diagnóstico del origen de esta tormenta financiera.

Los espacios que hay que recorrer para alcanzar un acuerdo, -aunque sea de mínimos-, entre los partidos que han sostenido a los diferentes Gobiernos democráticos, están muy definidos, y no pueden ser otros, que el Congreso de los Diputados y el Senado, y las herramientas a utilizar pueden materializarse bien en forma de gesto político, con una reunión de trabajo, o con alguna iniciativa parlamentaria conjunta, sin embargo, la lucha entre la herencia recibida y la austeridad que nos gobierna, parecen irremediablemente incompatibles.

Detrás del deseo de pacto, se encuentra en la sociedad española un debate de mayor calado, como es la necesaria reforma constitucional, al atravesar un periodo grisáceo en las instituciones democráticas, ocasionado ya no sólo por la falta de respuestas políticas ante la crisis, sino por el distanciamiento creciente que actualmente hay entre la ciudadanía y sus representantes; la evidente antigüedad que tiene la Carta Magna para afrontar retos futuros y ampliaciones de derechos y libertades, tras 35 años; los paralelismos que existen con la Transición y la búsqueda de perfiles políticos como los de los padres de la Constitución, y lo más importante, para integrar una oleada de colectivos sociológicos y plataformas, ubicados fuera del actual sistema a consecuencia de la recesión.

En cualquier caso, afrontar la reforma del texto democrático, es una tarea política de gran magnitud, en la que además de la necesidad de un consenso de todas las fuerzas políticas, y los diferentes poderes públicos, se necesita salir de posicionamientos electoralistas, y ponerse un mono de trabajo, donde prime la moderación, sin embargo, la vorágine de la crisis, lleva a una agenda política de inmediateces, en vez de a un análisis de profundidades.

Es evidente también, que al PP un pacto de Estado no le convienen porque podría interpretarse como el sonido de una alarma, ante la que no ha sabido dar respuesta desde las instituciones. Al PSOE, si le interesa un acuerdo con el PP, sobre alguno de los cimientos de nuestra democracia, entre otras cosas, porque devolvería al PSOE, al centro del escenario político, demostrando que es un partido de gobierno, con vocación estatal, y que la socialdemocracia es una opción, en un momento en el que el partido socialista, necesita revalidar su ideario, ante la posibilidad de que se fragmente, o siga descendiendo en su particular precipicio por falta de liderazgo.

En Castilla-La Mancha, los líderes del PP y del PSOE, María Dolores de Cospedal y Emiliano García-Page, lograron encontrar un hueco en sus agendas para reunirse y analizar diferentes problemáticas, logrando incluso un acuerdo de mínimos, para que el principal partido de la oposición pudiera participar en el diseño de los futuros Presupuestos de la Junta, una escenificación muy positiva, pero que al igual que a nivel nacional, evidenció que no hay suficiente clima político para lograr una reforma del Estatuto conjunta, sino todo lo contrario, en la Comunidad Autónoma, los próximos meses estarán protagonizados por una continua monopolización estatutaria en el rifirrafe político, cuando en la hoja de ruta del Gobierno se sitúa la reforma electoral, o la reforma de la Ley del Gobierno y el Consejo Consultivo, sin entrar en otras cuestiones de vital importancia para ampliar la democratización de las instituciones. 

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