Opinión

El reventón de Podemos

En lo que respecta a las tropas sanchistas y sus abundantes terminales monclovitas permanecen todavía en lo que parece ser un sock anafiláctico producido por el berberecho. En lo que se refiere a los descabezados podemitas se les ve entregados a convencerse de su propia salmodia y repetirla sin cesar de que todo está ya arreglado y que el tinglado se mantendrá. Sin embargo y por mucho que se pretenda recoser y ocultar, la balsa ha reventado y lo peor está por venir. Cuestión de tiempo. Y no mucho.

Ahora viven arrebatados en el frenesí de cargar sobre los medios la culpa de la hecatombe, gatillazo y corrida de Iglesias. Produce cansancio y repelús la clonación de Monedero por todas las televisiones, en Telemadrid con la Fallarás, protagonista del esperpéntico mitin, travestida de nuevo en tertuliana, predicando la supuesta cacería contra él cuando no ha habido en la historia política nadie que haya disfrutado de tanto pulpito y tanta alfombra a sus pies. Y resulta un insulto cuando fue él y fueron ellos quienes señalaron y azuzaron a sus jaurías contra los periodistas que osaban informar y ya no digamos discrepar de sus embustes y proclamas.

Los hechos están ahí. Su estancia en el Gobierno se circunscribe a la propaganda y a causar cuando más daño mejor a la Constitución abrazados a los separatistas y a los herederos de ETA. Ello sin olvidar la utilización de sus ministerios como agencia de colocación de novios, clientes y niñeras. El triple mortal de Iglesias ha concluido en un costalazo de impresión. Su trompeteado anuncio de acudir como salvador, el portazo en las narices de Errejón y el estacazo en las urnas ha ido unido a algo todavía más definitivo y peor.

La total desnudez de un personaje a quien se le han caído todos los palos del sombrajo, todas las caretas y todas las mentiras para aparecer tan solo como un violento agitador cuya esencial aportación ha sido la siembra del odio y el enfrentamiento entre los españoles.Esta obligada jugarreta final, tantas veces intentada por tantos como el, este me voy pero os lo dejo todo atado a mi conveniencia y favor tiene en sí misma la espoleta de su detonación. Y en su espantada subyace también la no confesada aspiración de que un día el clamor angustiado de sus hueste le pidan regresar. Supongo que soñara algo al estilo de aquel zar que recreó -y habrá visto seguro- Eisenstein, “Iván el Terrible”, a quien el “pueblo”, tras su retirada al no sentirse obedecido y dejarlos en orfandad, acudía en procesión por la nieve a su monasterio a suplicarle que volviera y le entregaba todo el poder. Que él aplicó, claro, con terrible fruición.

La componenda perpetrada no tiene, sin embargo, otra conclusión que el estallido. Pablo Iglesias se quita aparentemente de en medio pero lo que hace es ponerse detrás moviendo los hilos y sin soltar el ramal. Designa a la Ministra de Trabajo, que no es de Podemos, y ha hecho al menos lo que ninguno de los demás: trabajar, como sucesora. Pero no es verdad. La pone sólo para figurar, de mascarón, colgada de una brocha y tutelada por la compañera de pupitre de su pareja y por esta misma. Yolanda Díaz sería una supuesta líder que en realidad es prisionera del tándem Ione Belarra e Irene Montero tras las cuales está él ¿Quién si no?.

El problema es que Iglesias, ya no cuela, ha dejado de colar, que esta tramoya es tan endeble como obscena y que en ella misma contiene todos los elementos para el definitivo reventón. Antes, por supuesto, veremos mucho abrazo, mucho grito y mucha impostación. Pero el pescado ya no es que esté vendido. Es que no se puede vender. Huele que apesta a podrido.

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