Opinión

Propaganda y obscenidad

Puede uno entender que un Gobierno haga su pequeño alarde propagandístico cuando puede anunciar por fin una buena noticia a sus ciudadanos. Y es de las mejores, sino la mejor de todo este maldito año 20, el que se ha comenzado a vacunar, aunque todavía a cuentagotas, a la población contra la pandemia. Es comprensible hasta cierto punto y un imposible político substraerse a la tentación.

Pero lo que ha hecho Moncloa y sus “allegados” ha superado los limites de la procacidad y en algunos casos como el de alguna febrilizada diputada alcanzado la mayor obscenidad. Decirnos que el gobierno es quien paga la vacuna y que en su inmensa generosidad nos la regala y no nos la va a cobrar es un insulto ya no a la inteligencia sino personal a todos los ciudadanos españoles. Es tan arrastrado y miserable que habría de volverse de inmediato contra quien ofende de tal manera a la verdad y a la dignidad.

La vacuna, la sanidad, el Gobierno, a todos sus ministros, a sus mil asesores también y a su señoría la pagamos todos, es nuestro dinero y nuestros impuestos. Alardear de hacer con ellos algo que tan solo y faltaría más tienen la absoluta obligación de hacer subleva cualquier razón. Y hace, porque esa, es la siguiente reacción que se revuelvan las tripas al recordar lo que hasta aquí han sido sus hechos que se cuentan por ocultaciones y mentiras. Que no han cesado ni desde antes del primer día negando la gravedad de lo que ya teníamos encima y encadenando un rosario de ineptitud, incapacidad y ocultación que se substancia en algo tan terrible como estremecedor. Es el Gobierno quien sigue escondiendo contumaz y rastreramente a sus ciudadanos mas de 30.000 muertos, que se niega a contabilizar como victimas del Covid en profundo acto de desprecio a las victimas y a sus familiares.

El salir ahora a escena, otra vez por cierto tras aquella de junio en caudillo vencedor del mal, presentándose como el salvador del mundo y casi como descubridor y fabricante de la vacuna, de lo que da prueba una vez más es de la catadura del personaje, del pelaje del gobierno y de sus socios y el sentido de ética y servicio publico que estas gentes tienen sobre su cometido y proceder.

PD. Dicho lo cual, bienvenida sea al fin la vacuna, que cuanto antes y sin demora se pongan los medios para la más rápida llegada, priorizando a la población con mayor riesgo, a toda la población y que en vez de ponerse medallas de hojalata se esfuercen en ello y despejar las dudas a quienes la pudieran tener de su necesidad.

Comentarios