Opinión

La "Manada pixelada"

La respuesta de las organizaciones feministas y el tratamiento de los medios de comunicación dada a la violación de una joven en Bilbao por seis jóvenes magrebíes están dejando al desnudo las motivaciones de las primeras y las vergüenzas de los segundos.

Basta con comparar la reacción ante la famosa, y pareciera que única, “Manada de Pamplona” con la de esta, por ahora, última, aunque antecedentes de doble vara había ya. Entonces, en aquellos Sanfermines, conmoción general, despliegue mediático continuo, clamor político ensordecedor y nacionalidad e identidad de los detenidos no solo publicada sino exhibida hasta la saciedad e imágenes de todos y cada uno de ellos. Los cinco, de inicio, fueron a prisión provisional preventiva sin posibilidad de fianza y así estuvieron hasta el juicio. Tras la primera sentencia explosión en calle, tremendo ataque a los jueces por considerar la pena, 9 años de cárcel, insuficiente. El Supremo, a mi entender con acierto, la elevó a 15 considerando que existió violación y no solo abuso con prevalencia.

¿Qué ha sucedido en Bilbao? Joven de 18 años, atraída con engaños, cercada, atrapada cuando intenta huir, violada y vejada hasta en el detalle final de arrojarle con desprecio 17 euros, por seis jóvenes . Y aquí ya todo empieza a cambiar. Se oculta nacionalidad, procedencia e identidad. Hay manifestación, eso sí, y masiva, en Bilbao, pero contra el machismo en general. El juez libera casi de inmediato a cuatro, que salen riendo y dando una imagen de satisfacción e impunidad. No hay respuesta alguna, ni clamor. Silencio total. Ni protestas ante el juzgado, ni denuestos al juez, ni nada que decir sobre los agresores ni sobre sus andanzas previas ni situación. Las imágenes proclaman su origen y las redes difunden lo que ya sabían. Las televisiones entonces difuminan sus caras para que no se les reconozcan y prosiguen con su tenaz aunque inútil ocultamiento del hecho y la verdad de su origen.

La pregunta queda entonces respondida. La “Manada de Pamplona” servía mejor a los intereses ideológicos del radicalismo feminista, cada vez más hembrista que feminista, que esta de Bilbao y los medios de comunicación están sumidos en una autocensura doctrinal que entiende que los hechos y la verdad deben ser ocultados si ello puede perjudicar a lo que se supone es un “bien superior”, que se supone que es la doctrina de lo políticamente y progremente o algo así. Una aberración, una mentira, una forma de represión informativa que ha sido puesta en práctica a lo largo de todos los tiempos y bajo todos los pretextos. Hoy a eso se le llama "progresismo". Es lo que siempre fue. Totalitarismo y mentira.

Hay un añadido además. Tras la manada de Pamplona ha habido constancia de unas decenas más de abusos y violaciones grupales y la población sabe, y en los lugares donde se han producido aún más, que un alto porcentaje, a pesar de la sordina oficial, han sido cometidos por jóvenes de procedencia extranjera en su mayoría magrebíes pero también de otros lugares. El hecho de que todo ello pretenda solaparse no hace sino aumentar más la sensación popular de que se le oculta la verdad y crezca la indignación.

Este remedio de mentir, porque mentir es ocultar, aposta y sabiéndola, sabiéndola la verdad, es el peor que se puede aplicar a esta dramática “enfermedad”. No es la ocultación ni ocultar la evidencia la solución sino que es lo que contribuye a envenenar e infectar el problema. Criminalizar a todo el género masculino y en particular el occidental, europeo y español, no es el camino de combatir estas lacras. Que además en estos ciertos casos están además basados en una cultura y unas creencias, por fortuna en nuestra civilización cada vez más superadas, que proclaman, institucionalizan y elevan a rango de ley y costumbre la inferioridad, suciedad y sumisión de la mujer.

Si algo muestra esta violación grupal y otras muchas del mismo cariz es que esta agresión machista tiene aquí además esos tintes añadidos, xenófobos y racistas, de desprecio total y hasta de intento de someter y aplastar a esa mujer occidental, europea, española, cada vez más libre y liberada, cada vez igual y en avance hacia la igualdad. Y lo que resulta estremecedor es que esos colectivos feministas y esos medios de comunicación no las defiendan ante ello y ante quienes comenten esos actos, sino que los ocultan. ¿Qué corrupción ideológica y que desatino mental ha podido llevar a tal despropósito al periodismo y al feminismo? Habrá que reflexionar sobre ello porque que el desatino ya está aquí.

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