Opinión

El pedo maligno

Unos señores de la ONU han hecho un informe sobre el Cambio Climático y han concluido, o al menos eso se ha entendido, que la culpa es de que comemos carne. Confieso que tengo la mayor de las preocupaciones por los que la contaminación humana está causando al Planeta, a nuestra Madre Tierra y sus consecuencias. Creo que es en efecto un gravísimo problema al que ha de darse respuesta inmediata y seria y que negarlo o minimizarlo es suicida. Otra cosa es el respeto que me merecen los panelistas de la ONU y sus "consejas". Concluir en que los pedos de los rumiantes son el meollo del asunto o al menor el titular que se extrae de ello no deja de constituir en fondo y forma una gilipollez manifiesta y universalizada.

La dieta excesiva de carne en las zonas ricas puede ser nociva para la salud de quienes la consuman sin descanso y a dos carrillos, desde luego, pero es mucho más grave su absoluta carencia en muchas otros lugares donde ni la catan y lo que hay es hambruna generalizada. No está el problema en comer carne sino más bien y en cualquier caso en que hay mas de siete mil quinientos millones largos de humanos, omnívoros y bastante carnívoros desde que alumbramos el genero hace dos millones de años, que comen, quieren y necesitan comer carne. Y más que va a haber y eso es el asunto a tratar, el de tal superpoblación en creciente galope. Lo otro son las hojas del rábano, que es de lo que supongo que en exclusiva se alimentaran los panelistas de la ONU.Pero lo peor llega ya cuando,encima, en la radio lo explica un catedrático de algo de la Complutense y ya es el acabose, porque el tipo se pone en progre vegano y uno acaba con la impresión de que habría de liquidarse a todo bicho viviente para que no se tiraran pedos malos. No se libran ni los conejos.

Pues ya le digo que mal encaminado va por lo que a España se refiere. Si se pone a contar los pedos, a tantos el día multiplicados por los del número de nuestras vacas, ovejas y cabras, se llevaría un disgusto. Se nota que es señor de asfalto y de pisar poca tierra. Porque si algo se está hundiendo y a pasos agigantados es nuestra cabaña ganaderas reducida a mínimos en lo que ha extensivo se refiere. Los rebaños están desapareciendo de nuestros campos y montes con los efectos perversos que ellos supone. Entre otros, los incendios. Un par de millones más de ovejas, medio de cabras y un cuarto de vacas y verían como disminuían los fuegos y el número de hectareas arrasadas.. No hay brigada de limpiezas que los supere en prestaciones, sobre todo si los brigadistas son de la familia caprina.

Los de la ONU y los voceras radiofónicos con título universitario dicen que sus flatulencias sueltan mucho metano que,a parte de lo mal que huele y lo que molesta a las pituitarias delicadas, es maligno. Vamos, que una vacada es peor que una fabrica china de esas que no dejan ni ver el sol. No es broma, que no se ve siquiera en algunas. Pero tampoco se libran sus primos ovinos ni caprinos ni los de otra familia la porcina, que según ellos también hace mucho daño a la atmósfera. Por no salvarse ya no se salvan ni los que ni son mamíferos ni siquiera las pobres gallinas. Que cagan en exceso por lo visto. Entonces ¿que hacemos? ¿Matarlos a todos y darle solo a la lechuga y el rábano?.

Pues duro con ellos. Pero ojo, que no solo habrá entonces que acabar con los domésticos. Y con los salvajes ¿que hacemos? Que ciervos, corzos, gamos, cabras monteses y muflones también cuentan, digo yo. Y no digamos ya los jabalines que son cada vez más plaga. Pero aquí ya nos surfe otro problema. Y este si que es grave dada la noñeria de los tiempos que vivimos. Porque a esos hay que cazarlos y eso si que está muy remalamente visto, peor que nada en el mundo por esta tropa educada en Disney.

Aunque ahora que lo pienso algo de positivo puede tener el asunto. Vamos que me voy a ir de espera jabalinera con la luna, que va para llena, y con la conciencia ya del todo descargada y bendecida nada menos que por la ONU. Y supongo que también, aunque ni lo habrá pensado siquiera, por el listo de la Complutense.

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