Opinión

El candidato del enemigo

Al único que le da miedo Pedro Sánchez es al PSOE. Para sus rivales políticos es, por el contrario, un verdadero mirlo blanco. Sánchez es el mejor candidato posible, y está empíricamente contrastado, para el PP y para Podemos. Eso es así, radicalmente, desde el punto de vista meramente partidista. Otra cosa es ponerse a pensar ya en España.

Pedro Sánchez en su plenitud de empuje demostró ser un pésimo cartel. Desde luego los socialistas no lo han conocido y basta remitirse a la pruebas. Es muy cierto que una parte de la militancia, veremos cuanta y si es tan abundante como ruidosa, lo contempla poco menos que como un héroe y un mito, pero los electores le han dado la espalda de una manera muy contundente. Vamos que le han salido huyendo. Valdría como botón de muestra el preciso lugar en el que encabezo la lista, Madrid. Más que un sorpasso le metieron un repaso para hacérselo mirar. Podemos le dio una soberana paliza, pero es que en la primera convocatoria, la de diciembre le superó hasta Ciudadanos. O sea que no es que ganara, ¡es que quedo cuarto! y que su mejora fue quedarse tercero, raspando. Y con ese resultado, eso sí, quería ser presidente de España.

Ahora emerge de nuevo como amenaza. Pero ¿Para quién?. Pues esencialmente para su partido. Su victoria sería su hecatombe. Por ello el toque a rebato alrededor de Susana Díaz tiene que ver mucho con un reflejo de pura supervivencia de quienes si son conscientes de que en mayo lo que se juegan es el PSOE y no solo toda su historia sino el presente y el futuro. Sánchez en Ferraz supone la voladura de la socialdemocracia española. Y eso lo saben Felipe y Guerra, a los que en la necesidad ha vuelto a unir, Zapatero y Bono, Chacón y Rubalcaba, Madina y Susana. Y, por supuesto, los Page, Ximo Puig, Lamban, Vara y el bueno de Javier Fernández cuya sensatez y cuajo si es que sobrevive deberá un día ser valorada en lo que vale y que ya en el disparate absoluto algunos pretenden arramblar hasta con ello y su prestigio.

Sánchez sería letal para las siglas en una hipotéticas elecciones donde él volviera a encabezar. Porque ya ni siquiera tendría al partido en su conjunto tras él sino una organización fracturada y con su espinazo vertebral quebrado. Ya no sería ese PSOE que al menos logró evitar el que le arrebataran la hegemonía en la izquierda, el temido sorpasso podemita. Que no lo evitó ni Sánchez ni los sanchistas que consiguieron unos penosos resultados, por debajo del 20% y hasta del 15% en ocasiones, y en sus circunscripciones fueron literalmente barridos, sino los territorios "desafectos" como Andalucia, Castilla-La Mancha y Extremadura donde se aguantó en porcentajes del 30%. Algo que el interesado oculta y de lo que no quieren ni oír sus partidarios.

Por el contrario, para quien sería un autentico regalo es para sus enemigos. Desde luego para Podemos, y por ello se ha convertido en "su" candidato. Porque lo tienen a sus pies y entregado. Lo descubrió con Évole y lo ha seguido demostrando desde aquel día. Podemos es su modelo y su pacto. Y, lógicamente, ya puestos, el votante prefiere original a copia y, por el otro costado, todo un segmento de socialistas no quieren votar a Podemos, ni en persona ni por persona interpuesta.

Para el PP es ponerle las cosas muy fáciles. Algunos le llamaran el voto del miedo. Pero es que es para tenerlo. Para muchos sería el voto de la estabilidad y la prudencia. No es que se agitara el espantajo. Es que éste se agita solo y con todos sus vergüenzas al aire, hasta los arrumacos a los separatistas con lo de nación de naciones y otra gaitas preparatorias que nada tienen que ver con aquel Pedro Sánchez con la bandera de España que un día, en aquellas primarias donde quienes ahora le combaten le auparon, se presentó como alguien moderado, con claridad constitucional y capaz de centrar al PSOE. Ese que ahora ha desquiciado.

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