Opinión

Al final, será la libertad

De las más graves consecuencias, las decenas de miles de muertos y la catástrofe económica por descontadas ya, que la epidemia nos puede acarrear una, que todavía no se percibe del todo, puede ser la cuestión final. Una cuestión de libertad.

Los derechos individuales, las libertades, la de expresión, opinión y crítica, la libertad sin apellido alguno, y que atañe a todos porque o bien de todos es y todos la pueden practicar, o ya no es, en absoluto, tal. Ya no hay libertad. Esta bien puede ser, asoma ya, la cuestión final, la batalla más decisiva y trascendental que puede marcar el futuro de los ciudadanos de España.

Los síntomas son muy preocupantes, aunque como tantas veces, el pasado ardiente y reciente está ahí, algunos están muy interesados en decir que no hay que "alarmarse ni alarmar", que no es así, que no va a pasar. Pero es que está pasando ya.

Confinamiento: sí, ¿cómo no? Nos jugamos nuestra vida y la de los demás. ¿Pero arrimar a ello el control de nuestros móviles, conversaciones, mensajes sirve de algo en la lucha contra el virus o lo que esconde detrás es la realidad de un "Gran Ojo" orweliano? Un vigilante que nos espía, nos controla y decide, que cosas debemos y podemos decir y expresar y cuales nos convierten a los ojos de ese sanedrín en seres que deben ser silenciados, excluidos, castigados y reeducados. El ministro Marlaska, que un día, ahora parece que lejanísimo, fue un prestigioso juez, nos pretende tranquilizar diciendo que no es eso, que es una "monitorización (de nuestros movimientos y conversaciones) para detectar si hay mensajes de "odio". Vamos el arcaico y sobado truco de intentar ocultar con palabros retorcidos la verdad . Porque solo la justicia y de manera individualizada, no tratando a toda la sociedad como criminales en potencia,es quien puede decidir eso y tan solo cuando hay causa razonada e indicios de delito el interceptar y espiar las comunicaciones y a las personas. Pues ahora, sin que nos hayamos percatado, resulta que ese derecho esencial ha decaído. Ya no existe y no sabemos si nos lo van a reponer. El instrumento lo tienen y si lo tienen no lo van a dejar de usar. Lo están usando a mansalva ya.

La cascada a partir de ahí tiene, y es algo testado en el mundo y con ejemplos bien patentes hoy mismo, un mismo y comprobado fluir. El control, que ya no solo es de los medios de comunicación que en ello están de manera procaz, sino de las personas también y de las redes sociales, faltaría más, da paso inmediato a la coacción, la privación de la posibilidad de expresarse y compartir esa expresión y finalmente a la represión.

En ello, pues forma parte de su ADN ideológico, está desde siempre la extrema izquierda podemita y ahora también el Rasputin del sanchismo, el camarada Iván, que al llegar a Moncloa lo primero que descubrió fue el inmenso poder que ese instrumento de control tenía y no ha dejado de utilizar. Ahora es el compañero de viaje como su Jefe , de esa ultraizquierda donde ello ha sido el principio esencial desde siempre y para siempre, de Lenín, pasando por Beria y hasta hoy. El fin justifica los medios, la "causa" esta por encima de todo, de la verdad, de la libertad y de las personas. Ya se lo dijo el admirado Salvador Allende a los periodistas de izquierda: "Vuestra primer deber no es servir a la verdad sino a la Revolución". Y para lograrla no hay cortapisa ni ética ni moral, ni derecho humano que valga, ni linea que no se pueda traspasar. Vale todo porque la causa es superior y universal.

Hay algo además que resulta sorprende y en España aún más. Fueron quienes levantaron el griterío por una ley que llamaron "mordaza" son quienes ahora y en verdad, de manera absoluta pretenden amordazar a todos los espeñoles. Bueno, a los que no piesen como ello dicen que tienen y deben pensar. Y fueron ellos también, los herederos y cultivadores del Agitprop (agitación y propaganda), los que desparramaron y desparraman por las redes sus tropas de orcos clonados a la caza y destripamiento de todo rebelde que osara criticarlos quien hoy, que ven con estupor como han perdido ahí el control del territorio y hasta prueban la misma medicina que ellos aplicaban por doquier, quienes claman contra ese "libertinaje" y crean arbitrajes de control que, ¡curioso! Son encomendados a sus más afines y hasta enfebrecidos partidarios. De hecho han logrado colocar como árbitro a sus manager.

Mucho me temo, lo digo, que hay motivos para alarmarse. Y a las pruebas televisivas me remito, de que la libertad, empezando por la de expresión de opinión que es por donde siempre empiezan y concluyen, corre peligro en España. Que ello está en la hoja de ruta de quienes quieren derribar nuestra Constitución y nuestros derechos constitucionales y cambiarlos por unos a la carta para sus comensales exclusivamente. Y que creo que esa habrá de ser, es ya, la batalla que habrá que comenzar a librar y que, como en aquellos tiempos de los 70, no tenemos más remedio que ganar.

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