Opinión

La resignación de los Derechos Humanos

Dice la Real Academia Española que resignación se define como la “entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra ...

Dice la Real Academia Española que resignación se define como la “entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona”. Ese estado, dado los últimos acontecimientos que se han vivido en el plano internacional, es el que mejor define el momento que atraviesan los Derechos Humanos. Vapuleados, acosados y humillados, los Derechos Humanos han quedado a la merced de ese nuevo orden mundial que parecen dirigir unas pocas manos egoístas y desalmadas. Se han entregado a ellas cansados de esperar unas palabras de aliento por parte de las instituciones que dicen promoverlos y defenderlos, instituciones como la Organización de Naciones Unidas que sin ellos acabaran careciendo de sentido y reconociendo su propio fracaso.

Pero es posible que a estas alturas el lector se pregunte: ¿qué son los Derechos Humanos? Los Derechos Humanos son todos aquellos derechos que los humanos tenemos por el mero hecho de serlo. Este concepto indeterminado nos muestra ya la amplia extensión que puede abarcar su contenido. Los romanos hace más de 2.000 años ya hablaban de Ley Natural. Los estadounidenses, que cuentan con la Constitución escrita más antigua del mundo, hicieron su primera modificación para integrar en ella la Carta de Derechos que reconocía entre otros el derecho de libertad de expresión o el derecho de acceso a los tribunales. Apenas unos años más tarde la Revolución Francesa se vio influenciada por esos principios y los adoptó en la denominada Declaración de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos. Finalmente los Derechos Humanos vivieron su última etapa dorada con la creación de la Organización de las Naciones Unidas y la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

No obstante esta trayectoria ha estado cargada de altibajos y claroscuros. Frente a cada avance que se conseguía en materia de Derechos Humanos existía algún capítulo de la Historia que se empeñaba en negarlos. Valga como ejemplo la dictadura nazi de Hitler y su intento de acabar de la manera más cruel posible con parte de su población por simples motivos de raza, pensamiento o religión. Hoy en día nuestros periódicos nos ponen de relieve acontecimientos que, sin ser tan masivos, representan un grave ataque diario a los Derechos Humanos que dábamos por consolidados. Valga como ejemplo recordar las personas que cada semana fallecen cruzando el mar mediterráneo a merced de las mafias, el trato inhumano por parte de la Unión Europea a los refugiados del conflicto sirio o las violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos que se dan en América Latina. Y el panorama no promete mejorar: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha anunciado una crisis financiera que le llevará al inminente recorte del 40% de su plantilla si la situación no cambia.

Frente a esta lamentable situación mundial los gobiernos de los principales Estados se muestran pasivos. No en vano muchos de ellos tienen parte de responsabilidad y culpa. Y la sociedad civil se muestra conformista, ignorante, ajena, como si esto no fuera con ella. Quizá se nos ha olvidado ya que los Derechos Humanos no se crean ni desaparecen, sino que se reconocen, y ese reconocimiento debe empezar en cada uno de nosotros. Somos nosotros quienes debemos gritar un basta ya y reivindicar el derecho a la vida, a la libertad de expresión, a la asistencia médica o a la educación, entre otros. Todo ello sin olvidar el derecho a una tutela judicial efectiva que representa el mecanismo que nos permite hacer valer esos derechos ante un tribunal con las garantías suficientes y sin el cual quedan vacíos y carentes de sentido. Quizá, también, sea el momento de ponernos del lado de los Derechos Humanos y sacarlos de la resignación en la que se encuentran para empezar a construir una sociedad más digna, justa e igualitaria. De nosotros depende.

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