Opinión

Vetos cruzados

La posibilidad de una repetición de elecciones en Cataluña ha entrado en campaña por culpa de los vetos cruzados. Son tantos y tan repartidos, que la recuperación de la estabilidad política en esta parte del territorio nacional va camino de convertirse en un sueño inalcanzable.

Pero, ojo, porque ese debate mueve votos. Y puede reventar la instaladísima premisa mayor de que solo habrá gobierno estable si se alían dos de los tres partidos llamados a formar gobierno: ERC, PSE o JxCat. Que lo hará uno de ellos es seguro. Que tenga que hacerlo en complicidad o alianza con uno de los otros dos es muy probable, aunque está por ver.

No podemos anticipar ninguna combinación a la vista de los vetos cruzados, que se multiplican en esta fase de la campaña. Y es Illa quien más los sufre, entre tirios ("Con el PSC, no", dicen en ERC, teóricamente próximos, mientras JxCat lo ve como representante del Estado "represor") y entre troyanos ("No apoyaremos al peor ministro de Sanidad", dicen en el PP).

El destinatario de las embestidas no veta a nadie. Únicamente rechaza de antemano formar o apoyar un Gobierno que apueste por la independencia o por desbordar marcos legales en nombre de una causa identitaria. "La independencia no es la solución", repite a todas horas. Pero muestra su disposición al diálogo dentro del marco constitucional, por el "reencuentro", la reconciliación, el aparcamiento de las quimeras independentistas, el retorno a la política de las cosas para mejorar la vida de la gente y lograr que Cataluña recupere la pujanza perdida.

El debate sobre una posible repetición de elecciones favorece al candidato más creíble ante millones de votantes con sed de estabilidad.

Quién está en mejores condiciones de garantizar la confianza y la seguridad jurídica que necesitan los creadores de riqueza. Ese es el exministro, un político serio, riguroso, templado exento de sectarismos y conectando a la Cataluña del "seny" frustrada por el declive de estos últimos años.

El programa es sencillo, claro, entendible y cargado de sentido común: vencer al virus, reactivar la economía y acabar con la división en dos bandos. Eso le convierte en el aspirante más atacado por los demás. Prueba de que acierta con el clarinazo tan repetido durante su paso este miércoles por los desayunos de Europa Press: "Me dirijo a los catalanes que quieren pasar páginas". El potente mensaje ha causado un movimiento sísmico en la política catalana y, por tanto, en la nacional.

El desenlace es incierto pero los efectos colaterales, como hemos visto, ya están operativos. El debate sobre una posible repetición de elecciones está refutando la inevitabilidad de un nuevo Gobierno independentista para volver a las andadas.

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