Opinión

Tridente subversivo

Reitero lo que tengo escrito anteriormente: si Sánchez no lima las uñas de Iglesias, Otegi y Rufián, componentes del tridente subversivo instalado en la sala de máquinas del Estado, se prolongará la incómoda sensación de no saber quién o quiénes mandan realmente en Moncloa. Y por añadidura, no tendremos la fiesta en paz, pues significará que se mantiene el choque de bloques en la política española.

En eso estamos. Confiemos en que la publicación de los PGE21 en el BOE ponga fin a la interesada benevolencia del Gobierno con el tridente. Explico lo de "subversivo". Véase su campaña contra la Monarquía. Contra el Estado, en realidad. El objetivo es su descabezamiento. Si la acción concertada de UP, ERC y Bildu consigue reventar el símbolo de "unidad" y "permanencia" de la nación española, se habrá dado el imprescindible paso previo en su apuesta por la "república plurinacional" de la que habla el vicepresidente del Gobierno, Iglesias Turrión.

Son las premisas del renovado ataque a la Monarquía so pretexto de las cuentas pendientes del rey emérito con el Fisco. Y conste que no estoy reclamando un trato de favor hacia quien fue rey de España, pues las apariencias le condenan por su comportamiento privado. Lo que reclamo es honestidad en la argumentación, para que, en contra de lo que hacen los del tridente, se tracen fronteras más o menos nítidas entre personaje e institución, entre la figura de Juan Carlos y la de Felipe VI, entre la obra política de Juan Carlos y su conducta privada.

Más o menos nítidas, digo, después de escuchar a Pablo Casado, líder del PP, calificando de "asunto privado" la regulación fiscal ideada por los abogados del emérito. Hay asuntos de estricto ámbito privado que deben respetarse. Que se meta el dedo en la nariz o que se acueste con quien sea, por ejemplo. Pero si obtiene donaciones privadas a causa del carácter público de su figura, el asunto deja de estar en el estricto ámbito privado.

Nada que objetar a la declaración de Pablo Echenique, número dos de Podemos, cuando relaciona el anuncio de una declaración complementaria del exrey con el reconocimiento de haber sido "pillado" como un defraudador. Sentido común. Pero no dijo eso cuando su compañero, Juan Carlos Monedero, presentó una regularización fiscal de más de medio millón de euros después de ser "pillado" y no antes. O sea, como el emérito. Pero entonces Echenique dijo que cada cual es libre de elegir sus tiempos para arreglarse con la Agencia Tributaria.

De eso hablo al reclamar más honestidad argumental por parte de quienes aprovechan el reprobable comportamiento personal de Juan Carlos de Borbón para arremeter contra la institución monárquica, que es pieza clave en el vigente ordenamiento constitucional.

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