¿Inmunidad para Begoña?

Malos tiempos para quienes nos creemos el funcionamiento del Estado de Derecho sobre normas preestablecidas. Viejo dogma. Se llama "imperio de la ley" y lo aprendimos de Roma. Jugar sin reglas es un camino seguro hacia la arbitrariedad, por lo bajo. A la tiranía, por lo alto. Pero tomarse en serio el abecé de la convivencia aquí y ahora es llorar.

Señalamiento de amplio espectro. Como corresponde a la universalidad de los llamados "principios". Afecta, claro, al cabestro de la Casa Blanca, que ha ido a la ONU para decir que piensa pasarse por el arco del triunfo las reglas del multilateralismo fijadas hace ochenta años en su nicho fundacional de la Conferencia de San Francisco.

En clave de proximidad, afecta también al estado de conmoción que, con implícito desdén al principio de legalidad, se ha declarado en el entorno de Pedro Sánchez, porque los jueces han pillado en falta (tipos delictivos perfectamente descritos en el Código Penal) a personas del primer círculo de familiar o político de nuestro aun presidente del Gobierno.

Lo suelo llamar "corrupción de cercanías", cuyo minuto y resultado pasa ahora por el estridente ataque de contrariedad sufrido en las organizadas falanges políticas y mediáticas del sanchismo. La causa: en el ejercicio de su fuero institucional un juez ha decidido que, en el caso de Begoña Gómez, la esposa del presidente, el enjuiciamiento publico solo por "malversación" corra a cargo de un jurado popular.

Es decir, paso atrás de un juez "politizado" -Sánchez dixit- que ha decidido empapelar a Gómez solo por ser esposa del presidente del Gobierno. O sea, paso atrás del propio juez para que un jurado popular deje fuera del juego a los jueces que se meten en política. ¿Pero no era eso precisamente, empezando por el juez Peinado, lo que se reclamaba desde las bien apretadas filas de apoyo incondicional a Sánchez?

Ahora resulta que el PSOE reniega de su propia obra. Recordemos que la Ley del Jurado llegó al Boletín Oficial del Estado hace treinta años por una iniciativa del gobierno socialista de Felipe González. Y durante todo ese tiempo ha brillado en nuestro entramado legal el principio del acercamiento de la justicia a los ciudadanos, como obra predilecta de la izquierda. O de los ciudadanos a la justicia, que tanto monta.

Ese principio ha decaído inesperadamente en el discurso del Gobierno, que si antes cuestionaba al juez por supuesta animadversión a la esposa del presidente ahora se cuestiona al jurado por la misma razón. Lo cual nos lleva a maliciarnos una propuesta encubierta de inmunidad sobrevenida en favor de Begoña Gómez para usar fondos públicos en sus negocios privados, respecto a lo que, según el juez, hay indicios son "racionales y sólidos".

Pues dígase con todas las letras: ¿Impunidad para Begoña?

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