Opinión

¡Vaya tropa!

No se sabe si la moción de censura saldrá. Y hasta puede que incluso se haya presentado, o algunos de los que la han apoyado lo desean así, para que fracase, que empieza a parecer eso también y que desde luego resulte bastante obvio que el remedio resulta peor, pero mucho peor, que la enfermedad y que el dislate puede ser letal para el presentador y hasta para la política en general. Pero lo malo es que, y pase lo que pase, para España bueno no es ni lo va a ser.

Porque si es y está muy claro, que con lo sucedido y el panorama de creado es palpable que así no se puede seguir y que no se debe seguir, ni Rajoy ni el PP, y que en esta tesitura lo natural y lo en verdad democrático es que hable quien tiene que hablar, o sea el pueblo, o sea la soberanía nacional la primera cosa que uno se malicia es que si fue presentada casi con nocturnidad, a escape, con arrebato y precipitación, sin avisar ni a los propios y saltándose cualquier atisbo de decoro con sus propias normas internas, se hizo precisamente para impedir que esas elecciones se pudieran convocar.

En el momento en que se presentó el presidente perdía automáticamente esa posibilidad. Rajoy ahora ya no puede disolver Cortes ni convocar a las urnas. Por eso un sanedrín de fieles lo decidió sin ni siquiera reunir formalmente ningún órgano de dirección y aquello de lo que tanto se presumió de que las "bases" siempre serían consultadas y más para cuestiones de tal calado, quedaron en "Lo que a Pedro le guste mandar".

Vamos, que la primera misión de la moción de censura es impedirnos a los españoles votar. Y componer ellos un enjuague para situar a Sánchez de presidente a costa de lo que haya de ser. Porque las cuentas son claras. Para salir el remedio contra el mal del PP resulta ser el auparse a la Moncloa sobre los hombros y los escaños de Podemos, de los separatistas que quieren desguazar España y nuestra Constitución y lo de Bildu, que aclaman como héroes a los asesinos etarras al salir de prisión. Un cambio, como para echarse a temblar. ¡Menuda regeneración!

Resulta también de la máxima desvergüenza política que estos que se llenan la boca de consultas a las bases, a la militancia y a la ciudadanía, hasta para decidir si la pareja de los jefes se compra un chalet, se hurte a la verdadera "base", a la ciudadanía el derecho de verdad a decidir, a votar. Por que eso es lo que ni Pedro, ni Pablo, quieren ni bien ni mal. Y algunos otros y no solo el PNV que lo ha dicho, tampoco nos quieren ver por las urnas.

Porque si algo esta destapando la moción es la verdadera y cada vez mas escuálida talla de nuestros políticos, casi, casi en general. Aquí, aunque se llenen la boca proclamándole, está muy claro que lo que menos les importa, más bien nada es el interés general, el nuestro, el de las gentes del común. Tanto es así que cada vez y por esta buena y cruel razón la percepción que de ellos se tiene es como problema, como motivo de zozobra y hasta de angustia. Son ellos los que están afectando y poniendo en peligro la propia existencia de la Nación con mayúsculas y quienes nos pueden volver a sumir en una nueva y dolorosa crisis después del sufrimiento pasado con la anterior. Porque eso puede estar ahí, en un pis-pas. Y es su ambición y su irresponsabilidad la que nos puede conducir a esa nueva y aún más oscuro despeñadero.

Dicen, además, que la jugada actual tiene mucho de jugarreta política. De hacer retratarse a los demás. Pero los que se están retratando son todos, pero todos y lo que esta viendo el pueblo español es que vaya tropa, vaya pelaje, vaya "ganaó" esta clase, casta o lo que le quieran llamar que nos ha tocado en suerte en un momento tan decisivo y crucial.

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