Los vascos son los últimos hombres prehistóricos que quedan en toda España

El mayor estudio genético de la historia de Iberia señala que los pueblos vascos se mantienen básicamente intactos desde la Edad de Hierro

Los vascos son los últimos hombres prehistóricos que quedan en toda España - EL ESPAÑOL
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Un reportaje de Paolo Fava publicado en EL ESPAÑOL

Un equipo internacional de investigadores ha analizado el ADN de cerca de 300 individuos de la Península Ibérica con resultados que abarcan 12.000 años de antigüedad y que se publican en las revistas Current Biology y Science. El primer estudio se centra en los cazadores-recolectores y granjeros primitivos que habitaron Iberia entre 13.000 y 6.000 años atrás. El segundo abarca todos los periodos históricos de los últimos 8.000 años hasta la Reconquista y la expulsión de los moriscos.

La Península Ibérica ha sido considerada históricamente como un caso particular dentro de las poblaciones europeas, debido a su situación y su clima únicos en el extremo occidental del continente. Durante la últimaEdad de Hielo, Iberia se mantuvo relativamente cálida, permitiendo que sobreviviese la fauna y flora obligada a retroceder del norte- y, como ahora sabemos, también los seres humanos. 

Asimismo, en los últimos 8.000 años, la localización geográfica de la Península Ibérica, sus fronteras montañosas naturales, la proximidad costera al Mar Mediterráneo y la cercanía al Norte de África la han situado como un caso único con respecto al resto de Europa en lo que se refiere a interacciones de población. "Seguramente sea la región más estudiada por la paleogenética, y eso que no es la mejor, por clima y terreno, para conservar los restos arqueológicos", considera Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva y participante en el estudio.

Las principales conclusiones de esta macro investigación serían que Iberia lleva siendo un cruce de poblaciones desde mucho antes de lo pensado (el cuerpo de un norteafricano enterrado hace 4.400-4.000 años fue hallado en un yacimiento de Madrid); que los pueblos llegados del Este de Europa en la Edad de Bronce remplazaron, en circunstancias no exentas de polémicael linaje masculino previo en su totalidad; y que después de este evento la población vasca quedó aislada, un hecho que se comprueba también en la pervivencia del euskera.

Los últimos europeos se refugiaron en Iberia del frío

En el artículo publicado en Current Biology por investigadores del Max Planck Institute for the Science of Human History, se abordó el análisis de once cazadores-recolectores y habitantes del Neolítico ibérico. Los restos más recientes proceden del yacimiento de Balma de Guilanyà (Lleida) y tienen 12.000 años de antigüedad.

Las evidencias científicas previas indican que Europa Central y Occidental fue repoblada tras la remisión de la Edad del Hielo por comunidades nómadas cuya ancestralidad se remonta al hombre de Villabruna, Italia, de hace 14.000 años. La Península Itálica, como la Ibérica, es considerada un refugio en la que los seres humanos prosperaron para poder reemplazar con el cambio de clima a la conocida como cultura Magdaleniense, predominante entre 19.000 y 15.000 años atrás.

El dato más interesante es que ambos linajes estaban presentes en Iberia hace hasta 19.000 años. Esto sugiere que los parientes de los magdalenienses, que florecieron en lo que hoy es Francia, Alemania y parte de Centroeuropa, ya estaban presentes en la Península cuando llegaron los de Villabona, resultando en una conexión temprana entre ambos territorios seguros para el hombre y en una ancestralida genética compartida que perduró en las sucesivas comunidades de habitantes de la Península.

"Podemos confirmar la supervivencia de un linaje paleolítico adicional en Iberia que se remonta a la última Edad de Hielo", confirma Wolfgang Haak, investigador principal de este trabajo. "Esto confirma el papel de la Península Ibérica como refugio durante el Último Máximo Glacial no solo para la fauna y la flora, sino también para las poblaciones humanas".

El yacimiento neolítico de Cueva de Chaves, Huesca.El yacimiento neolítico de Cueva de Chaves, Huesca.

"Los cazadores-recolectores de la Península muestran una mezcla de dos linajes genéticos ancestrales: uno que se remonta al Último Máximo Glacial y que se maximizaba antaño entre los individuos de la cultura Magdaleniense, y otro que lo reemplazó en el Holoceno temprano en toda Europa Occidental y Central excepto en Iberia", explica a su vez la primera autora, Vanessa Villalba-Mouco.

Nuestros padres, los Yamnaya

El trabajo publicado en Science abarca periodos posteriores en base a una gran cantidad de muestreos sobre cientos de individuos. Liderado por investigadores de la Harvard Medical School y el Broad Institute, se basó en análisis de 271 habitantes de la Península Ibérica de los periodos MesolíticoNeolíticoEdad de CobreEdad de BronceEdad de Hierro, la Antigüedad y la Edad Media. La abundancia de restos permitió a los científicos realizar inferencias más precisas entre una época y otra de lo que había sido posible hasta ahora. 

Los investigadores hallaron que durante la transición hacia un modo de vida sedentario y agrícola, los cazadores-recolectores de Iberia contribuyeron sutilmente a la conformación genética de los nuevos granjeros recién llegados del Este. "Podemos ver que tuvo que haber mescolanza a nivel local ya que los campesinos de la Península Ibérica también llevan esta ancestría dual única heredada de los cazadores-recolectores propia de la región", explica Villalba-Mouco.

Entre el 2.500 y el 2.000 A.C., los investigadores comprobaron que el 40% de la ancestría genética ibérica se vio reemplazada, y la práctica totalidad de los cromosomas Y, por un acervo genético procedente de la Estepa Pontica, entre Rusia y Ucrania: la cuna de la conocida como cultura Yamnaya. Era mucho más sofisticada que la de los cazadores-recolectores íbericos, explica Lalueza-Fox. "Eran nómadas, habían domesticado el caballo que usaban para tirar carros. Tenían una jeraquía patriarcal fuerte, como prueban los túmulos que construyeron y que requerían una gran organización de personas".

Los yamnaya no llegaron "cabalgando" de golpe a la Península, matiza el paleogenetista: se establecieron en Centroeuropa y emprendieron una "colonización" de nuestro territorio que se prolongó durante 400 años. Hoy, el 20% de nuestro genoma corresponde a esta ancestría "esteparia": los pueblos del Este nos trajeron, además de su cultura, la mutación genética que facilita la digestión de la leche para los humanos y dotó de un alimento adicional la ganadería.

Lalueza-Fox reconoce que desde el punto de la arqueología, hay controversia sobre cómo los yamnaya se convirtieron en el linaje masculino dominante. El genetista lo imagina como la llegada de los europeos a América, en donde el 90% de la población comparte hoy el cromosoma Y llegado del viejo continente. Pero especula con que la asimilación no fue necesariamente violenta: el contexto que encontraron los hombres del Este era de "crisis", explica. "Hemos encontrado restos de yersinia pestis, la peste bubónica, y hay indicios de que se producía un cambio climático".

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