Opinión

Los que se van

Muchas veces sucede que los que se van de este mundo ejercen un influjo inusitado en la vida de los pueblos, en ocasiones incluso con mayores dimensiones que los que siguen aquí. Pudiera ser el caso de Rita Barberá y también el de Fidel Castro. El tránsito de la ex alcaldesa de Valencia se ha proyectado de manera protagónica en la política española, de modo especial en el seno del PP, su ex partido, para el que ha sido un revulsivo potentísimo, que ha provocado un auténtico incendio de reacciones, muy por encima de todo lo que pudo provocar durante sus largos años de ejercicio de la política. En torno a Rita hemos presenciado el fulgor de las miserias humanas de un modo muy poco corriente en el devenir normal de los acontecimientos y protagonismos en el campo de la política. Entre esas miserias, quizá la más fuerte sea la protagonizada por muchos de sus antiguos correligionarios, los que la zahirieron o la abandonaron en la estacada en los últimos meses y luego se apresuraron a volcar las culpas de lo ocurrido a los adversarios políticos que se habían limitado a poner de manifiesto su cuadro de culpas.

Distinto es el caso de Fidel Castro, personalidad diametralmente distante de la ex alcaldesa, situado en las antípodas ideológicas de ella. Coinciden en que ambos han personalizado los choques de sentimientos entre los universos favorables y contrarios a cada uno. Pero no coinciden ni mucho menos en el cálculo de trascendencia de la vida y obra de cada uno de ambos. En el caso de Fidel asistimos al encontronazo entre millones de partidarios y enemigos de muchas décadas de su devenir vital sin demasiados matices ni contradicciones. El cubano ha sido un permanente signo de contradicción histórica, un personaje de primer orden mundial, al margen de los odios y amores suscitados por él desde la década de los cincuenta. Pero en la atormentada España de nuestros días el destino ha querido que su tránsito se produjera con escasos días de diferencia, lo que ha producido ese efecto engañoso en la valoración de ambos, que los ámbitos mediáticos han podido hacer creer a algunos que estábamos ante dos sucesos parangonables de alguna manera. El paso de algunos días devolverá a cada cual la dimensión que le corresponde.

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