Opinión

Un chiste soviético

Al día siguiente a la entronización de Pedro Sánchez como líder del "nuevo" PSOE resulta muy revelador analizar cómo ha sido recibido por los medios. En general, mal; de uñas incluso en algún caso. La excepción son los rotativos catalanes.

La equívoca adopción del sintagma "España plurinacional", sin duda, explica el encomio con el que ha sido recibido en la Barcelona mediática. Nada que ver con Madrid, Zaragoza, Vigo o Sevilla. Al reflexionar acerca de esa dualidad acude a la memoria un chiste que se contaba en Moscú en tiempos de la Unión Soviética.

La acción retrataba el diálogo entre dos paisanos. Uno le decía a otro: "Creo que todo lo que dicen los comunistas del sistema capitalista ,es cierto". Y el otro le respondía: "Sí. Lo malo es que también parece que es verdad todo lo que los capitalistas dicen del sistema comunista".

Dice Pedro Sánchez que entre quienes conspiraron para derrocarle amén de los barones estaban algunos de los empresarios más influyentes del Ibex (daba algún nombre), secundados por el principal grupo mediático del país. Tan peculiar "joint venture" política parecería que ha reanudado su tarea al juzgar por la dureza de algunas de las cosas que hemos leído concluido el Comité Federal. Sánchez tiene enfrente enemigos poderosos.

Quienes le critican consideran que es un brindis al sol el compromiso de cambiar la Constitución a los efectos de encajar a Cataluña en España para disuadir a los separatistas de su empeño. Es una promesa vacía porque dado el procedimiento de cambio por mayorías establecido en la propia Carta Magna nunca se podría realizar sin contar con el PP. Partido al que Sánchez ha señalado como su único enemigo.

La conclusión nos devuelve al chiste de la Guerra Fría y plantea una reflexión que conduce a la melancolía. ¿Le dejaran intentar una nueva vía, incluso al precio de equivocarse? ¿O es demasiado lo que está juego y no hay margen ni tiempo para experimentos políticos?

Lo razonable sería observar y esperar. Con Sánchez al frente el PSOE perdió las dos últimas elecciones y llevó al partido a su menor representación parlamentaria. La militancia le ha resucitado, pero el futuro es una incógnita. Sí consigue que retornen los dos millones de votantes socialistas que optaron por Unidos Podemos, nadie se acordará de las críticas. Si fracasa, no tendrá otra oportunidad y los mismos que ahora le jalean, le dará la espalda.

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