‘Snoopy’, 20 años matando por encargo en España: el cobrador del frac con pistola

Envuelto en numerosos crímenes, el miedo de algunos testigos ha hecho que este sicario a sueldo de los cárteles colombianos nunca haya sido condenado por asesinato

‘Snoopy’, 20 años matando por encargo en España: el cobrador del frac con pistola
photo_camera ‘Snoopy’, 20 años matando por encargo en España: el cobrador del frac con pistola

Un reportaje de Andros Lozano publicado en EL ESPAÑOL

Snoopy no viste de negro ni va con chistera. Al contrario, sigue y vigila a sus víctimas con pistola en el cinturón, debajo de la camisa, y se mueve en potentes motos para cobrar las deudas que algunos contraen con sus jefes. A José Arbey Rentería usted nunca le ha visto la cara. Actúa en solo unos segundos y suele ocultar su rostro con cascos o con pasamontañas. Hasta hoy, cuando este periódico publica en exclusiva una de las poquísimas fotos, quizás la única, que hay de él. 

Este escurridizo sicario colombiano de 42 años es un fantasma que desde hace dos décadas trabaja en España para una ‘oficina de cobros’, como en el argot de la delincuencia se conoce a los grupos de asesinos a sueldo que los cárteles colombianos tienen allá donde envían cargamentos de cocaína. Se trata de un cobrador del frac en el mundo narco. Por 20 o 30.000 euros es capaz de matar a cualquiera. Incluso menos. Para él, la vida ajena vale bien poco.

Aunque ha trabajado para diversos grupos de traficantes, durante los últimos años tenía mayor contacto con el cártel de Urabá, explican fuentes policiales. Discreto y con varios pisos alquilados a nombre de terceras personas en distintos puntos de Madrid y su entorno, Snoopy lleva en España desde el año 2000. Desde entonces, no ha dejado de aparecer su oscura sombra en numerosas escenas de crímenes relacionados con ajustes de cuentas. 

Pero es un tipo con suerte. Pese a que ha sido detenido en infinidad de ocasiones y acusado al menos cuatro veces de asesinato o de homicidio, nunca ha sido condenado por matar a nadie. Sus trabajos suelen ser limpios y difíciles de esclarecer. Siempre ha logrado salir absuelto de esos casos. Detrás de esas absoluciones solía sobrevolar el miedo a declarar contra él de quienes fueron testigos de esas muertes.

Pero el próximo 13 de mayo, Snoopy, aficionado al billar y a las prostitutas, se sentará en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Madrid junto a dos de sus subalternos en la ‘oficina de cobros’ que él lideraba. Se les imputan varios delitos, entre ellos el de asesinar por error a José Luis Lucas Serrano, un ejecutivo madrileño de 32 años al que confundieron con un conocido alunicero capitalino que había robado un envío de cocaína.

José Luis Lucas fue asesinado a tiros en Madrid por un sicario colombiano.José Luis Lucas fue asesinado a tiros en Madrid por un sicario colombiano.

El chico guardaba parecido físico con aquel delincuente y conducía el mismo coche que él, un Smart de color blanco. Lo mataron a plena luz del día descerrajándole tres tiros en el rostro y cinco más entre el pecho y el abdomen. Murió en el acto. 

La acusación particular, que ejerce la familia de la víctima, solicita 25 años de prisión para José Arbey Rentería, mientras que la Fiscalía rebaja su petición de cárcel a 18 años. Entre otras pruebas presentadas ante el juez instructor, los repetidores de telefonía móvil ubican a Snoopy en las inmediaciones del lugar del crimen durante los días previos, cuando se produjeron los seguimientos al alunicero que acabó salvando la vida.

EL ESPAÑOL reconstruye la figura de uno de los mayores criminales de España, que llegó a tener a sueldo a policías corruptos, que disponía de varias casas por las que moverse sin dejar rastro y que acabó siendo el jefe de un grupo de asesinos a sueldo, aunque sus inicios en el mundo del sicariato fueron como ‘peón’. Luego, ya como ‘capo’, frecuentaba discotecas latinas de Madrid como Yaré o Tequila y montaba reuniones en restaurantes y panaderías colombianas o en los Billares Patas Blancas de Leganés.

A tiros por un kilo de cocaína

José Arbey Rentería Acevedo nació el 17 de noviembre de 1976 en Cartago Valle, una ciudad del interior de Colombia ubicada en mitad del triángulo que forman Medellín, Cali y Bogotá. Con 24 años, el jefe de alguno de los grandes cárteles de la cocaína de su país envió a Snoopy a España para mantener, junto a otras personas, el control de los envíos de mercancía y para encargarse de que “todo el mundo pague”, explica una fuente policial.

Pronto se vería envuelto en un crimen. El 13 de octubre del 2000, un hombre de nacionalidad portuguesa murió y otro resultó herido por varios disparos en el barrio madrileño de Vallecas. Las víctimas acababan de comprarle 1.004 gramos de cocaína envuelta en papel de celofán a Snoopy y a otro colombiano con el que andaba compinchado. 

Durante la supuesta transacción -hay quien sostiene que los portugueses eran ladrones de traficantes-, los compradores quisieron robarle el dinero que le habían entregado a los colombianos y se enfrascaron en una disputa. Los colombianos sacaron la pistola, dispararon y se dieron a la fuga en un coche de color rojo. Un vecino dijo que era de la marca BMW. Otro, mecánico de profesión, aseguró que se trataba de un Rover. Una tercera persona había llamado a la Policía para informar del número de matrícula. 

La Policía Nacional encontró aquel fardo de cocaína debajo de un vehículo aparcado en las inmediaciones de la Avenida de San Diego con la calle Atalaya en Madrid. Semanas después, se detuvo a Snoopy y a su compinche. Durante la instrucción, el juez los acusó por homicidio, aunque luego redujo su imputación a un delito contra la salud pública porque “no fueron identificados por los testigos (vecinos de la zona) en las ruedas de reconococimiento que se hicieron”. 

Finalmente, la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Madridabsolvió a Snoopy y a su colaborador, que ni siquiera llegaron a ingresar en prisión por el delito de tráfico de drogas del que se les acusaba.

Encima de una motocicleta

El 20 de junio de 2004, un colombiano de 38 años llamado John Martin Motta Pena murió acribillado a balazos mientras conducía su coche, un Opel Astra rojo con matrícula de Alicante. El arma utilizada era del calibre 38 especial. Nunca se encontró.

Dos individuos subidos a una motocicleta negra tipo ‘scooter’ descerrajaron seis tiros contra el vehículo de Motta Pena. Cinco disparos impactaron en él, que murió en el acto. El sexto hirió de gravedad a Fabiola Vargas, de 50 años, que necesitó 432 días para recuperarse. Los pistoleros, que llevaban cascos en sus cabezas, huyeron a toda velocidad del lugar de los hechos, en el número 10 de la calle José María Pereda, en el distrito Ciudad Lineal de Madrid. 

Los agentes del grupo VI de Homicidios de la Policía Nacional se hicieron cargo de la investigación. El fallecido había dirigido una banda de delincuentes que se dedicaba a extorsiones, secuestros y robos en joyerías. Los agentes del caso detuvieron a cuatro personas. Dos mujeres y dos hombres. Uno de los que iba en aquella moto era Snoopy. Se les acusó de los delitos de asesinato, homicidio intentado y tenencia ilícita de armas. Sólo por el asesinato se les pedía 18 años de prisión.

Durante un registro en un locutorio de la calle Antonio Machado de Madrid, la Policía encontró un arma propiedad de uno de las detenidos, aunque los agentes sospecharon que Snoopy también la usaba. Estaba escondida en el interior de una bota que, a su vez, se encontraba dentro de un altillo. 

El arma era de la marca Cobray. Era una metralleta automática apta para disparar ráfagas. Pero no se trataba del arma homicida. En aquel local también se encontró el casco que llevaba el otro ocupante de la moto, pero no se pudieron extraer muestras de ADN. De nuevo, José Arbey Rentería y los otros tres acusados resultaron absueltos del delito de asesinato durante el juicio, que se celebró en la Sección 16 de la Audiencia Provincial de Madrid.

Muere un policía a sueldo

Snoopy, que contaba con ‘gatilleros’ menores de edad entre los suyos, no dudaba en aflojar euros de su bolsillo si era necesario corromper a algún policía con ganas de dinero fácil. Dos de ellos eran los agentes José Manuel Á. y José Manuel M. El primero acabó perdiendo la vida por situarse al otro lado de la ley. Fue el 5 de enero de 2005, a las 19.45 horas, mientras los madrileños se lanzaban a la calle para ver la cabalgata de los Reyes Magos.El día acabó teñido de sangre.

Sigue leyendo este artículo completo en EL ESPAÑOL

Comentarios