El perro del millón y medio de euros

El Mastín del Tíbet es quizá el perro más caro del mundo. De carácter tranquilo es un guardián implacable, capaz de sobrevivir a más de 5.000 metros de altitud

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¿Cuánto estaría usted dispuesto a pagar por una mascota? Si es más de un millón de euros quizá pueda hacerse con un mastín del Tíbet, el perro más caro del mundo.

Su aspecto es imponente. De lejos podríamos confundirlo con un león o un oso. Fuerte y noble como pocos, el mastín tibetano llama la atención por su largo pelaje y la forma de su compacta cabeza. La magnífica fisonomía de este espléndido animal contrasta con su apacible mirada que delata su carácter tranquilo. Sin embargo, si se acercan a uno de estos mastines háganlo con la debida prudencia. No suelen ser muy amigos de juegos. Es fiel y protector con sus amos, pero desconfía de los extraños. Como perro guardián puede competir en fiereza con cualquier otro can.

El mastín del Tíbet saltó a la fama en 2014 cuando un promotor inmobiliario chino compró un ejemplar denominado Big Splash por 12 millones de yuanes, cerca de 1,8 millones de euros. Entre los motivos de esta adquisición estuvo seguramente el gran prestigio que supone en la sociedad china poseer un animal de este tipo. Con anterioridad otro perro de esta raza había alcanzado ya el millón y medio de euros.

El Do-Kkyi, Mastín o Dogo del Tíbet es una de las razas más antiguas que ha llegado hasta nosotros. Los asirios ya lo empleaban para proteger el ganado, así como para acompañar a los soldados en la batalla. Podemos verlo en bajorrelieves babilónicos y egipcios. Aristóteles lo menciona en sus escritos. Aunque fueron las legiones romanas quienes extendieron sus genes por Europa. Perros como el San Bernardo, el Mastín de los Pirineos o el Dogo alemán descienden del mastín tibetano. Marco Polo también describe estos perros en sus viajes por el Lejano Oriente. En su tierra natal ha custodiado monasterios, villas y campamentos, aún hoy es utilizado en el Tíbet para guardar rebaños de yaks y ovejas.

Este mastín es más bien bajo para el tamaño de su envergadura, unos 75 cm de altura es la media. Tiene unas patas fuertes y la cola se dobla hacia arriba. El pelo externo que le recubre es duro y el de las capas internas suave y espeso para protegerles, según convenga, del frío o el calor. Estos perros suelen ser de color negro, rojo o de un rubio dorado, aunque lo más habitual es que combinen varios colores, lo cual les hace más llamativos. Su peso oscila entre los 60 y 90 kilos.

Un rasgo del mastín tibetano es su formidable capacidad para adaptarse a altitudes elevadas, donde muestra una gran resistencia por encima de los cinco mil metros de altura. La facultad para desenvolverse en estos entornos tan elevados tiene su causa, según determinaron en diciembre de 2016 los científicos Zhen Wang, Benpeng Miao y Yixue Li, en el mestizaje. Al poco tiempo de que se establecieran en la meseta del Tíbet las primeras comunidades de humanos, el mastín tibetano, que por entonces ya había sido domesticado, se cruzó genéticamente con el lobo gris que habitaba esta región del planeta conocida como ‘el techo del mundo’.

Por todo ello, no puede decirse que estos perros sean precisamente mascotas de salón. Todo lo contrario. Necesitan amplios espacios al aire libre. Las limitadas dimensiones de un piso o un chalet urbano, por grande que este sea, no parece lugar para un animal de estas características.

El mastín del Tíbet es un perro territorial y aunque no es agresivo si puede serlo con quien considera que es una amenaza para sus dueños. Asimismo, es un animal algo testarudo, independiente y difícil de educar si no se comienza su adiestramiento desde pequeño. Tengan todo esto en cuenta antes de gastarse la astronómica suma que se ha llegado a pagar por uno de estos perros.

Fuente: Estrella Digital

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