El niño con discapacidad que se sienta en el banquillo por patear a su profesora

La docente pide que lo castiguen a dos años de libertad vigilada, la expulsión definitiva del instituto y el pago de 280 euros de indemnización, en contra del criterio de la Junta de Andalucía

El niño con discapacidad que se sienta en el banquillo por patear a su profesora
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Según informa Eduardo del Campo en EL ESPAÑOL, en vez de cargado de ilusiones, el curso escolar empieza esta semana lleno de zozobra para Miguel y sus padres. Al muchacho, de 15 años, lo van a juzgar este jueves 14 de septiembre a las 10.30 horas en el Juzgado de Menores 2 de Sevilla, acusado por una profesora de su instituto de haberle pegado una patada en la espinilla en clase el pasado mayo. La denunciante pide que le impongan como castigo dos años de libertad vigilada, la expulsión definitiva del centro –lo llama “traslado” – y el pago solidario con sus padres de una indemnización de 280 euros. Los padres piden en cambio el archivo del expediente, lo mismo que los técnicos judiciales que lo han evaluado en el Juzgado.

Su padre cuenta a EL ESPAÑOL que su hijo, que admitió los hechos “y pidió perdón”, no tendría que ser juzgado. Porque Miguel no es un niño cualquiera. Sufre una alteración congénita de conducta asociado a un Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), por la que tiene reconocida legalmente una discapacidad del 58%. “Tiene un retraso de maduración, su edad mental se correspondería a un niño de once o doce años”, dice su padre, también llamado Miguel. La Delegación de Educación de la Junta de Andalucía no apoya a la profesora en su denuncia.

Un niño de 15 años sin problemas (él los cumplió el 25 de junio) tendría que comenzar este viernes en el instituto las clases de 4º de la ESO. Pero él cursa una modalidad educativa distinta, de nivel C, para niños con necesidades especiales. Está en un aula específica de integración –el curso pasado eran cuatro chavales– de un centro ordinario, el Instituto de Educación Secundaria San Pablo de Sevilla, y puntualmente participa con los compañeros de las aulas normales en algunas asignaturas, como informática o música.

El problema, explica el padre, es que su profesora específica del aula especial, que conoce la situación de Miguel, termina su jornada alrededor de la una, y hasta las tres de la tarde, cuando acaban las clases, se ocupan de él otros docentes. Un día del pasado mayo, cuando su profesora no estaba, otra, de Matemáticas, fue a encargarse de Miguel. Y se produjo en el pasillo el incidente que lo sentará este jueves en el banquillo de los acusados. El niño, que no sabe mentir, lo reconoció cuando lo llamaron a declarar al Juzgado en la instrucción de las diligencias previas y la fiscal le preguntó, según recuerda el padre, que lo acompañó ese día:

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